Artículo del día

MARÍA, REINA Y SEÑORA (I)

Es la Reina de los Ángeles que, saliendo en sus imágenes milagrosas de los más célebres santuarios de la cristiandad, y especialmente de ese santuario de Fátima, donde el cielo nos concedió coronar a la Regina mundi, recorre en visita jubilar todos sus dominios. Y a su paso por América, como por Europa, África, India, Indonesia y Australia, llueven las bendiciones del cielo, se multiplican las maravillas de la gracia, de tal forma que apenas podemos creer lo que ven los ojos. No son solo los hijos de la Iglesia obedientes y buenos los que vibran de fervor; son los pródigos que, vencidos de la nostalgia de cariños maternos, vuelven a la casa paterna y son además en países donde apenas comenzó a brillar la luz del Evangelio, tantos otros envueltos en las tinieblas del error, quienes casi a porfía con los fieles de Cristo aguardan su visita y la acogen y aclaman delirantemente, y la veneran y la invocan, y de ella obtienen gracias señaladas. Bajo la materna mirada de la celestial Peregrina no hay antagonismo de nacionalidades o razas que dividan, no hay diversidad de fronteras que separen, no hay contraste de intereses que siembren desavenencias. Todos, por momentos, se sienten felices de sentirse hermanos. (Rad. “Magnificat anima” 12-10-51)
Ante las ingentes calamidades que han destruido ciudades florecientes, villas y aldeas aun en nuestros días, ante el doloroso espectáculo de tantos y tan grandes males morales que en ondas torrenciales avanzan peligrosamente, mientras vemos a veces vacilar las bases mismas de la justicia y triunfar la corrupción, nos hallamos presa de sumo dolor. Por eso mismo acudimos llenos de confianza a nuestra Reina María, manifestándole no solo nuestros sentimientos de devoción, sino también los de todos los que se glorían con el nombre de cristianos. (Enc. “Ad caeli Reginam” 11-10-54)
Hemos decretado instituir la fiesta litúrgica de la Santísima Virgen María Reina. No queremos con esto proponer a la fe del pueblo cristiano ninguna nueva verdad, ya que el título mismo y los argumentos en que se apoya la dignidad regia de María han sido en realidad expuestos en todas las épocas y se encuentran en los documentos antiguos de la Iglesia y en los libros de la sagrada liturgia. (Idem)
San Efrén con férvida inspiración poética hace hablar a María de este modo: “El cielo me sostenga con sus abrazos, porque soy más honrada que Él mismo. Pues el cielo fue tan sólo tu trono, no tu madre. Ahora bien, ¡Cuánto más digna de honor y veneración es la Madre del rey que no su trono!…San Gregorio Nacianceno llama a María: “Madre del Rey de todo el universo”, “Madre Virgen que dio a luz el Rey de todo el mundo”…Prudencio nos habla de la Madre que se maravilla de “haber engendrado a Dios, sí en cuanto hombre, pero también en cuanto Rey sumo”… Repetidas veces san Andrés Cretense atribuye a la Virgen María la dignidad real: “Es Reina de todos los hombres, pues llevando con verdad tal nombre, si se exceptúa sólo a Dios, es más excelsa que todas las cosas”… San Ildefonso de Toledo abarca con este saludo casi todos los títulos que la honran: “¡Oh Señora mía! Tu eres mi Dueña; ¡oh Soberana mía!, Madre de mi Señor…Señora entre las siervas, Reina entre las hermanas” (Enc. “Ad caeli Reginam” 11-10-54)

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