Artículo del día Testigos de Cristo

TESTIGOS DE CRISTO: Beata Josefina Bakhita

Hecha esclava

Año 1876.Una aldea del centro de África. Allí vive Bakhita con sus padres  y sus hermanos. Tiene  siete años. Se oyen gritos: ¡Los negreros! (comerciantes  de esclavos). Han encontrado a Bakhita, la apresan y se la llevan. Queda  junto con otros hasta ser expuesta en un mercado de esclavos.

Es comprada  por dos amos, y maltratada, tatuada… hasta que en Kartoum una joven la compra y la conduce al consulado Italia no. El cónsul le dice: «Ayudarás en los que­ haceres de la casa, pero no serás esclava, porque  nosotros  no admitimos  la esclavi­tud. Yo te deseo mucho bien…». Da orden de que cuiden y vistan a la niña.

Un día el cónsul recibe la orden de trasla­darse a Italia y allá viaja también Bakhita.

Acompaña al Cónsul un amigo suyo, a quien esperan su esposa y una hijita -Mimmina-; que al conocer a Bakhita se encariña con ella. El cónsul se la cede.

Cristiana y libre

Las  dos  niñas  entran  en  el colegio que  las  Madres Canosianas tienen en Venecia. Diez meses pasan y Bakhita, debidamente  instruida, espera con ansia el día del Bautismo. Cercano este día aparece su señora y exi­ge que la acompañe. Pero Bakhita, animada por la fuer­za divina, dice: «No, señora, no la seguiré, me quedo. Yo la quiero mucho, y me parte el corazón separarme  de Mimmina, pero no saldré de aquí porque no quiero per­der al Dios bueno». La señora se llena de ira pero nada consigue.

El día 9 de enero de 1890, el Cardenal Patriarca de Ve­necia bautiza a Bakhita. Desde ahora se llamará Josefina, Margarita y Fortunata, porque Bakhita significa «afor­tunada». Y con el sagrado  Crisma  de la Confirmación recibe el Espíritu Santo.

También hace la Primera Comunión:  «Señor, -dice- haz que todos los que yo amo te conozcan y te amen. Señor, que encuentre a los míos  en el cielo. Dueño mío, soy toda tuya y quiero serlo siempre. Morir, pero no abandonar tu casa, asilo seguro para mí». Su rostro está transfi­gurado.

Dos santos frente a frente

Al terminar su educación, decide ingresar en las Madres canosianas: «Trabajaré, ayudaré cuanto pueda, pero Ma­dre, déjeme aquí»  les suplica. Monseñor Sarto, que ahora veneramos  en los alta­res con el nombre de San Pío X, será quien examine a Bakhita para comprobar la soli­dez de su vocación. Es aceptada,  y el 8 de diciembre de 1896, en Verona, Josefi­na Bakhita hace los Votos religiosos. Fa­ miliarmente la llaman Madre Morenita.

En todos los oficios vive contenta. Un día le preguntan:  «Madre  Morenita, ¿qué  le gusta más?» Ella contesta: «Me da lo mis­mo; me gusta sólo que el Señor esté contento y mis Superiores también» . Cuando le dan alguna limosna para las misiones, exclama: «Res­cataremos un morenito. ¡Oh! si todos pudieran gozar de las gracias que yo he recibido. En África se sufre mucho y no se sabe que hay un Dios que recompensa  siempre. Si en mi vida de esclava hubiese conocido al Señor, ¡qué gran consuelo hubiera tenido!»

Un día, ya gravemente  enferma, le preguntan: «Madre Morenita, ¿qué hará cuando  llegue  ante el tribunal de Dios?» Ella contesta  sonriendo: «Llevo varias maletas. Una lleva mis deudas con Dios. En las otras van los méritos de Jesús  y de la Virgen, que pesan  mucho más. Abriré las maletas y diré: «Eterno Padre, ahora juzgad». Muere en Schio el 8 de febrero de 1947.

Madre Morenita, pide para que en la tierra reine la liber­tad de los hijos de Dios; para que haya un solo redil, la Iglesia Católica, y un solo Pastor, Jesucristo.

About the author

Noticias Cristianas

A %d blogueros les gusta esto: