Artículo del día

No corijan a sus hijos

«Padres desgraciados, leo en el Cura de Ars, ¡Si amaseis a vuestros hijos como los ama el demonio!» ¿Es que San Juan Bautista Vianney, Patrono de los párrocos, se dirige a padres ateos, irreligiosos?

Pues, no. Al contrario, dice: «En vano los padres y las madres emplearán sus días en penitencia, en llorar sus peca­dos, en repartir sus bienes a los pobres: si tienen la desgracia de descuidar la salvación de sus hijos todo está perdido».

Nos quejamos de que nuestros hijos “no han salido como nosotros”. Viven en pareja sin casarse por la Iglesia, se divorcian, abortan, no van a misa, van a espectáculos indecentes blasfeman, se dan buenas comilonas… y el fin tienen por dios el vientre y los sentidos.

Nos queremos conformar pensando que en su día les dimos una buena formación. Que son ellos los que han querido alejarse… No seamos hipócritas. La buena formación no la dimos nosotros, sino algunos contados buenos sacerdotes y monjas. Nosotros lo que hicimos fue que aquella formación no arraigara. Y ahora pensamos que «como hay buena simiente» ya tendrán un toque de Dios y se convertirán… Hipócritas y negligentes. Encima pretendemos que supla Dios lo que nosotros no hemos hecho. A esto se llama “tentar a Dios”.

Nuestra generación no ha querido educar ni corregir en cristiano. Hemos querido olvidar lo que valen las almas de nuestros hijos, “lo que Jesucristo sufrió para ganarles el cielo, la terrible cuenta que por esta causa habremos de rendir a DIOS”.

Examinen los padres los diez mandamientos. Y verán que sus hijos no rezan, escuchan imperturbables blasfemias y chirigotas contra Dios -como mínimo en la televisión- dejan muchos domingos de ir a misa con lo cual viven en pecado mortal y están a punto de condenarse eternamente; contestan a los padres y éstos “pasan”. Las minifaldas que llevan vuestras hijas serán para vosotras, madres cristianas, motivo de eterna condenación.

Diréis: «Hacemos cuanto está en nuestras manos». ¡Mentira! Dice el Cura de Ars: «No hacéis todo lo posible para salvarlos. ¿Dónde están las lágrimas que derramasteis, las limosnas que repartisteis para implorar su salvación?” «¡Pobres hijos! termina el Santo. ¡cuán desgraciados sois por pertenecer a unos padres que sólo trabajan por haceros desgraciados en este mundo y aún mucho más en el otro!».

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Noticias Cristianas

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