Artículo del día

EL PRINCIPAL ESCOLLO DE LA IGLESIA

Es el amor excesivo a los bienes de este mundo.

Cuando el Hijo de Dios vino al mundo, lo primero que quiso enseñar era que no quería nuestro lujo, ni nuestras comodidades. Ni tan sólo quiso nacer en una casa sino en un portal abierto, establo para animales. Y María y José entendieron la lección.

Para rehabilitar al hombre, la primera acción de Jesús fue menospreciar lo que nos ata a la tierra, que envilece los gustos, que crea injusticias y amarguras: los bienes de este mundo. Sin desdeñar a los ricos, no se aplicará a buscarlos, para no salir del camino humilde que se ha trazado y no desmentirse a sí mismo. Jesús sabe lo difícil que es que un cristiano que ha puesto su mente y corazón en los negocios de este mundo, sea capaz de abnegarse y ser desprendido.

A diferencia de Jesús, José y María, el cristiano rico siempre encuentra un hotel de lujo para alojarse y comer bien. Por eso, es casi imposible que un rico se salve. Y ¿qué diremos de los sacerdotes ricos, de los que aman las comilonas, que pierden el tiempo en diversiones?…

Es cierto que la magnificencia de Dios, justifica el esplendor de muchas Iglesias y Catedrales. Siempre el Templo de Salomón aunque esté tachonado de perlas y diamantes, será poco para la gloria divina. Pero la terrible lección que nos quiso dar Jesús al nacer y durante toda su vida no la centró en la magnificencia del Templo sino en la pobreza real.

Algo falla cuando observamos los pleitos, los intereses y las “operaciones económicas” de sacerdotes y “consagrados”…

Jaime Solá Grané

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Noticias Cristianas

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