Gracias a Dios, parece que ha bajado bastante el frenesí que, en décadas pasadas, dominó parte muy importante de la Iglesia, de constituir Plataformas, Colectivos, Grupos etc… con la idea de intercambiar información y experiencias “para dar respuesta a los retos de la sociedad moderna”, como se afirmaba. Ahora, surgen Sínodos, caminos sinodales, impulsados por obispos que languidecen sin pena ni gloria. Pero ya no es la locura de acción, acción, acción…
Es más necesaria la oración que la acción. Con la oración se renueva el hombre. Con la acción se pretende renovar la sociedad, sin estar renovado el hombre. Para dar a Cristo, ¿no son precisas muchas horas de oración? Los santos permanecían como mínimo cuatro horas al día en oración. ¿Tenían los promotores de aquellos Grupos, Colectivos, Plataformas… un plan de vida diario, con muchas horas ocupadas en exclusiva a ESTAR CON EL DIOS, con Jesús y la Virgen?
UNESCO, esa desgraciada institución, al tratar de unir las religiones bajo la bandera de la paz, las califica como “maneras de vivir”, o sea en función de su utilidad. O como “camino para las más altas aspiraciones de la existencia humana” o sea humanismo. Pero reconozco que acierta cuando las considera como instituciones “que tienen un mensaje de salvación”. Solo que para llevar al hombre el mensaje de salvación es necesaria la gracia sobrenatural que sólo viene de la oración. La reflexión, la acción, los métodos de trabajo son necesarios, pero para DESPUÉS.
Jaime Solá Grané