Artículo del día

RAER EL PECADO

Se acercó a Jesús un leproso que le dijo: “Señor, si Tú quieres, puedes limpiarme” y Jesús extendió la mano, le tocó diciendo: “Quiero, queda limpio” Y al instante quedó curado de su lepra. (Mat, 8)  Esta lepra es la figura del pecado mortal y la curación del leproso denota la conversión del pecador.

Dios no ha creado este mundo para los ángeles que estando exentos de toda materia , no tienen necesidad de criaturas materiales, ni para las bestias porque no tienen espíritu para conocer y admirar la sabiduría  e industria con que el mundo está fabricado y gobernado. Lo ha hecho para el hombre. ¿Para que coma, beba, se diviertas y satisfaga sus deseos y apetitos? Si solo fuera para eso, no necesitaría un alma inmortal; bastaría ser como las bestias. Dios ha creado al hombre para que le sirva, le ame y le obedezca. Las acciones que el hombre hace para este fin son buenas y las que o se encaminan a este objetivo son malas o viciosas. Cuando el hombre come, bebe, descansa para reparar sus fuerzas y no precisamente por propia satisfacción, estas acciones se encaminan a la gloria de Dios. Si por el contrario, se pierde el tiempo, el dinero en fiestas, recreaciones, en vanas conversaciones, en ocasiones de pecar, entonces estas acciones van contra el fin para el que le hombre está en el mundo: dar gloria a Dios.

El hombre adicto al pecado no solo abusa de la creación sino también de la redención. ¿Cuál es, dice san Bernardo, el fruto que el Salvador pretende sacar de su divina pasión y muerte? Es hacer conocer al hombre la malicia del pecado. Para curarnos, ha sido necesario que el Hijo de Dios muriese en una cruz.  Vio nuestra alma manchada e infecta por el pecado original. Consideró que en su origen era perfectamente hermosa. Derramó su sangre para curarla de la lepra del pecado. La dotó de los dones del Espíritu Santo.  Y el hombre, ingrato, desprecia todos los beneficios y se ensucia con una lepra todavía más asquerosa que la original. Con el pecado, el hombre echa por tierra la obra de la redención.

La pena del pecado mortal es el Infierno. Entonces conocerá el pecador toda la malicia del pecado. En esta vida se juega con la culpa, de todo se sacan razones  para dejarse arrastrar por ella, se trata de flaquezas  lo que son pecados muy graves… pero en el Infierno se conocerá que el pecado debe ser castigado con penas rigurosas y eternas.  Temed caer en el Infierno.

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