Artículo del día

NO PELIGRA LA FE POR LOS ESCÁNDALOS

Los MCS no se cansan de transmitir noticias de auténticos escándalos de miembros de la jerarquía de la Iglesia Católica. Este artículo no trata de buscar eximentes ni atenuantes a tan desdichadas conductas. Ni menos de poner en duda la honestidad de los profesionales que las han escrito, por sectarios que puedan parecer.

Este escrito va dirigido a aquellos católicos que, ante estos escándalos, algunos muy graves, exclaman: ESTO ES PARA PERDER LA FE. Transcribo una vivencia, creo que poco conocida, ocurrida en los alrededores del año 1600, en la corte del soberano del Palatinado de Neuburgo, en Alemania, Wolgang Guillermo, convertido al catolicismo, después del gran cisma. Vivía en su corte un sacerdote, de nombre Juan Reihing,  predicador magnífico, que había conquistado  la simpatía de todos; pero por su espíritu mundano y por haber abandonado la oración y los sacrificios, cayó en la apostasía y se casó. El escándalo fue mayúsculo. Un día, en presencia del soberano, unos nobles dijeron la célebre frase: ¿No es para perder la fe si los mismos sacerdotes la abandonan?. El soberano no contestó. Se limitó a mandar que en la comida sirviesen las mejores botellas de vino de su bodega, pero que lo sirvieran en copas deterioradas y defectuosas. Los nobles alabaron mucho el magnífico vino pero censuraron el cristal deteriorado en el cual servían tan espléndida bebida.

“Estas copas han de ser desechadas”, decían. El monarca asintió y fue el primero en romper la suya, después de haber bebido el vino.  “Señores, les dijo, este es el caso de Juan Reihing. Los sacramentos y también sus sermones eran el maravilloso vino que él nos repartió, pero él mismo se pareció a estas copas defectuosas y sin valor, por lo cual Dios lo desechó. No era él quien abandonó la Iglesia, sino Dios le abandonó a él porque hizo mal uso de las gracias concedidas. Y no olviden nunca, señores, que ni la mala vida, ni la apostasía de un católico, aunque fuera un sacerdote, puede, en el fondo, hacer daño a la Iglesia católica, como tampoco estas copas malas podían perjudicar el vino que acabamos de gustar”

Aunque fueran muchos o pocos los sacerdotes, obispos y cardenales que, con perversidades, infamaran sus vidas, ello no me permite que dude de la veracidad de la fe.

Jaime Solá Grané

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Noticias Cristianas

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