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FRANCISCO I, ¿PAPA DE TODAS LAS IGLESIAS?

El Papa Francisco,  fotografiado entre los líderes de muchas religiones, daba ocasión a que  el periodista  afirmase que era el Papa de todas las Iglesias. ¡Ojalá fuera así! Y las religiones, retractándose de  sus mentiras y errores, confluyeran humildemente en la única verdadera y santa, la Iglesia Católica. Esta era, seguro, la intención del Papa al reunirse con estos representantes religiosos: convertirlos, para que, entrando en la Iglesia verdadera, se hiciera realidad el deseo de Jesús, “un solo rebaño y bajo un solo Pastor”.

Pero, luego vienen las erradas impresiones. Un gran apóstol, Don José, está conmovido. Hace años que le conozco y pasa las horas predicando el amor a Jesús y a la Virgen. Quiere que todos los hombres se salven. El mismo deseo que tiene Dios . Ahora cree que se va cumpliendo: ¡con qué entusiasmo me habla del ecumenismo! Para él, lo importante es que todos practiquen de buena fe y con amor la religión que profesen. Lo importante es ser bueno. Poco importa en qué religión sea. Me cita, me ensalza a autores católicos, sacerdotes, que destinan las horas al fomento del ecumenismo, o sea, la paz entre todas las religiones porque todas salvan, todas conducen a Dios.

Al escucharle uno creería que la Iglesia Católica se ha equivocado durante veinte siglos, al proclamar el celo misionero, para que  los hombres, dejando sus religiones naturales, encontrasen en Jesús “el Camino, la Verdad y la Vida”. Dios es tan misericordioso que le agradan todos los ritos religiosos, incluso los más aberrantes, porque ve la buena voluntad de la criatura al practicarlos. Los que hoy ensalzan este tipo der ecumenismo de todas las religiones, se sonríen compasivos ante las “heroicidades” de Francisco Javier, por ejemplo. No era necesario bautizar tanto, esforzarse tanto, sufrir tanto…Todas las religiones son agradables a Dios, todas llevan a la salvación.

Es evidente que esta herejía justifica el escaso celo de los sacerdotes y católicos para la salvación de los hombres. Este es el gran castigo de Dios: que el católico, empezando por su jerarquía, piense que lo único importante es ser “bueno”. No importa la verdad, sino sólo el amor. De ahí viene la aceptación del aborto, de la eutanasia, de las parejas de hecho, del matrimonio civil, del divorcio…”Que se amen y que hagan lo que quieran”, bonito consejo para la reprobación final.

No interpretemos, pues, mal la reunión del Papa con los representantes de religiones falsas. También el Papa, es el primero que tiene la obligación de convertir a los líderes religiosos equivocados. No olvidemos los católicos que en la santa Misa diaria rezamos por el Papa, que, como cada uno de nosotros también hace esfuerzos para convertirse.

Jaime Solá Grané

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Noticias Cristianas

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