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SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Tantas naciones dilaceradas por la mayor calamidad de la historia. ¡Temible manifestación de la justicia divina! Adorémosla temblando, pero no dudemos de la divina misericordia, porque el Padre, que está en los cielos, no nos rechaza ni siquiera en los días de su ira. La Reina de la Paz… Ella, cuyo corazón materno se conmovió ante las ruinas que se acumulaban en vuestra patria, que tan maravillosamente socorrió; Ella que, condolida en la privación de esta inmensa desventura con que la justicia de Dios castiga al mundo, ya de antemano apuntó en la oración y en la penitencia el camino de la salvación. (“Benedícite Deum” 31-10-1942 a los fieles portugueses) Ante todo es necesario que cada cual considere atentamente y reconozca que esta guerra, tal vez la mayor desde la creación del mundo, no viene a ser sino el castigo merecido por la violación de la justicia divina. Porque de hecho muchas veces se puede ver en nuestros días, que la inteligencia humana, engreída de su poder. Niega a Dios el homenaje que le es debido; y que, por lo mismo, los hombres descuidan, cuando no desprecian, sus sacrosantos deberes para con Dios, menospreciando los principios de la sabiduría evangélica como cosas trasnochadas e indignas de una época adelantada, y afanándose continuamente porque en esta vida efímera abunden las comodidades, las riquezas y toda suerte de placeres, sin cuidarse para nada de la vida eterna. Pero, si se desprecia la primera y eterna norma de un Dios legislador y juez, ¿qué otra ley podrá regular las costumbres privadas y públicas? ¿Qué otra norma podrá constituir el principio y fundamento de la misma sociedad, dándole seguridad y firmeza? Ninguna ciertamente; ya que, si de abandona la religión y la probidad, seguirán inevitablemente en la vida el desorden y la anarquía. (Epis. “Singulis annis” 15-04-1943) Todos unidos en santa cruzada eleven fervientes plegarias, a las cuales debe corresponder en cada uno una vida renovada conforme a las enseñanzas y normas cristianas. Esfuércense todos en adelantarse a los demás con el ejemplo, y ocurra de este modo felizmente que a las mortíferas armas de la guerra, sucedan las pacíficas de la caridad, la oración y la hermandad. (Epis. “Dum diffracta” 5-08-1943) La Humanidad paga una merecida pena por haberse alejado de Dios y de su ley; y es por consiguiente necesario que todos vuelvan, mediante el arrepentimiento y la penitencia, al sendero de la virtud. (Epis. Quamvis immanis” 25-11-1943) La más tremenda guerra que jamás asoló al mundo ha rondado por cuatro largos años vuestras fronteras, mas no las ha pasado, gracias principalmente a nuestra Señora que desde su trono de misericordia como desde elevada atalaya, colocada ahí en el centro de la nación, vela por vosotros y por vuestros gobernante¸no ha permitido que la guerra os tocase sino lo suficiente para poder valuar las inauditas calamidades de que su protección os preservaba. (Radiomensaje Bendito seis o Senhor 13-05-1946 en Fátima) Hace pocos años, en el furor todavía de la cruel guerra, Nos, por parecernos dudosas e inciertas todas las humanas esperanzas y recursos para arreglar tan gravísima conflagración acudimos con oraciones y súplicas a nuestro misericordiosísimo Redentor, interponiendo el valioso patrocinio del purísimo Corazón de María Virgen… Como representante de la familia humana redimida por Dios, quisimos consagrarla solemnemente también al Inmaculado Corazón de la Madre de Dios. (Epis. “Ex officiois litteris” 25-01.1948)

Papa PÍO XII

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Noticias Cristianas

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