La epidemia es universal y afecta a casi todas las naciones. 102 millones son los contagiados y 2,2 millones los muertos. Se comparan cifras de fallecidos con cifras de muertos en las guerras. ¿Cuándo se detendrá el azote? Nuestros antepasados decían: «la guerra es un azote que Dios manda a los hombres por sus pecados”. Esta pandemia es un evidente castigo de Dios. Está claro que hay buenos cristianos que intentan con sus ruegos obtener la clemencia divina, pero es inmensa la multitud de los que blasfeman, de los que odian, de los que roban y defraudan, de los que practican la sexualidad más aberrante, etc… EL ÚNICO REMEDIO
Uno se podría imaginar que, ante esta catástrofe, las iglesias quedarían abarrotadas de gente pidiendo perdón a Dios. Pero al contrario, las iglesias están aún más desiertas. Solo se confía en “remedios” caseros, como el confinamiento cuanto más radical mejor. Ni siquiera los sacerdotes tienen confianza en que el Señor nos ayude porque nadie predica penitencia ni conversión; más bien al contrario, se predica que no se tenga miedo, que Dios es tan misericordioso que nunca castiga por mucho que se le ofenda. Como decía Don Bosco: “Creen que el Señor es una marioneta y que proclamó sus preceptos en el Sinaí por pasatiempo”. ¡Pobres sacerdotes!
Este mismo gran Santo profetizaría que para este año 2021 nos espera más epidemias, más enfermedades, más rebeldías de los hijos contra sus padres, más pobreza…Y terminaría afirmando tajante que el remedio es la observancia de la religión y la huida del mal.
Don Bosco en su tiempo fue respetado. Hoy sería despreciado.
Jaime Solá Grané