Meditación del día

3 de enero

 

Ss. Antero p; Florencia, Luciano, obs; Pedro, Zósimo, Daniel de Padua, Cirino; Primo, Teógenes, Teopento, Teonás, Gordio, Genoveva mrs; Celerino d.

Introito

Insondable misterio de gracia. María es cielo, es tierra y es mar. ¿Quién midió la altura de este cielo, la anchura de esta tierra, la profundidad de este abismo? ¿Quién la inmensidad de María, sino Aquel que la formó altísima y profundísima, no sólo en gracia y gloria, sino también en misericordia? (S. Buenaventura).

Aconsejo que ningún día se le pase sin hacerle algún particular servicio, como será rezar el Rosario, la Corona o su Oficio menor. Mas para que este servicio le sea acepto y esta devoción agradable, procure, cuando le fuere posible, imitar su pureza, limpieza y honestidad con las demás virtudes (Fr. Juan de los Ángeles).

Una de las señales de los que se han de salvar es tener gran devoción a la Virgen. «En mis escogidos, Madre echa raíces» ¿Cómo alcanzaré Madre esta devoción? Con ayunos y lágrimas y oraciones y guardando bien la Ley de Dios (S. Juan de Ávila).

Meditación

PARA HACER UNA BUENA CONFESIÓN

l. La confesión es un sacramento necesario a los hombres, muy conveniente, muy divino y muy humano.

2. Su principal provecho es quitar los pecados mortales y veniales cometidos después del bautismo.

3. El pecado mortal es una ofensa a Dios, quebrantando gravemente alguno de sus mandamientos.

4. El pecado mortal es el mayor mal que hay y puede haber, porque es ofensa a Dios, nos hace enemigos de Dios, nos priva de la gracia santificante, nos hace perder la gloria, nos condena al infierno, nos causa remordimiento, y a veces sobre todo repetido nos trae muchos males en esta vida.

5. El pecado venial, aunque es mucho menor mal que el mortal, es también en esta vida muy malo; pero no nos hace enemigos de Dios, no nos priva de la gloria, ni nos condena al infierno; mas enfría el amor que Dios nos tiene, dispone al pecado mortal, y nos condena al purgatorio o a otras penas.

6. El pecado mortal es muerte del alma.

7. El pecado venial es enfermedad del alma.

8. El pecado mortal se quita con la confesión.

9. También se quita por un acto de perfecta contrición, pero con propósito de confesarse.

10. El pecado venial se quita por la confesión, por la comunión y, sin confesión por algún acto de dolor.

11. La confesión es un precioso sacramento que Jesús nos adquirió de su Padre con su sangre.

12. La confesión es una institución que, además de perdoarse en ella los pecados, tiene muchas ventajas.

13. El confesor es mal mirado por muchos que no consideran las cosas; pero en el confesor nos ha dado Jesucristo:

-Un confesor gratuito, imparcial y secreto.
-Un educador constante que nos guíe al bien.
-Un padre bondadoso que nos anime y corrija.
-Un médico que cure nuestros vicios y defectos.
-Un amigo íntimo, fiel, reservado, compasivo.
-Un juez bondadoso que nos absuelve siempre.

14. Mejor es que sea hombre que no ángel, porque así entenderá mejor lo que es mi corazón por el suyo.

15. Aunque fueses incrédulo, un confesor te serviría muchísimo; algunos incrédulos así lo entienden.

16. Los que se confiesan frecuentemente, difícilmente se harán malos, y si lo son se harán buenos.·

17. Los que son malos o quieren serlo no se confiesan o dejan de confesarse. No resisten la confesión. ·

18. Para confesarse bien se necesita:

a) Examinarse antes;
b) Dolerse de los pecados cometidos;
c) Proponer enmendarse de ellos;
d) Confesar al sacerdote los pecados morInles;
e) Cumplir la penitencia que le diga el confesor.

19. El examen debe hacerse con seriedad, pero no con apuros ni congojas de modo que resulte un tormento; aunque se quede algún pecado olvidado, después de puesta una seria diligencia, no importa. ,

20. Dolor es un pesar de haber ofendido a Dios, por ser El tan bueno; por habernos Él amado tanto, y habernos hecho tantos beneficios, o por temor de sus castigos en ésta o en la otra vida, como el infierno; o por la fealdad del pecado.

21. Propósito es una firme resolución de no volver a pecar en adelante y de apartarse de los peligros.

22. No hay obligación de confesar más que los pecados mortales; los veniales hay libertad de confesarlos o no.

23. No hay obligación de confesar los pecados más que una vez bien. Aunque se pueden confesar muchas si se quiere.

24. Basta decir la sustancia del pecado y las circunstancias que mudan de especie. Pero no es preciso contar el modo, la historia, etc.

25. Después de haber hecho examen con diligencia para acordarse de lo que uno buenamente pueda, lo olvidado queda perdonado, y puedes comulgar aunque luego de confesado te acuerdes de algo, dejándolo para otra confesión.

26. Cuando buenamente se puede, se debe decir el número de pecados mortales de cada clase.

27. Para que un pecado sea mortal se necesitan tres condiciones.

1ª Que la materia del pecado sea grave, o que uno la conciba como grave al tiempo de cometer el pecado.
2ª Que tenga advertencia completa de que lo que va a hacer es gravemente malo.
3ª Que tenga libertad completa de hacerlo o no hacerlo. -Si falta una de estas tres cosas el pecado no es grave.

28. Todo lo que se hace sin querer, sin pleno consentimiento, sin plena advertencia, sin caer en la cuenta, por simple descuido, en sueños o medio en sueños o en un arrebato imprevisto o inevitable no es pecado mortal.

29. Si sólo después de hecha una acción y no antes has caído en la cuenta de que aquello era pecado, no has cometido pecado ni estás obligado a confesarlo.

30. Los pecados dudosos no hay obligación de confesarlos, aunque sea bueno confesarlos como dudosos. La duda puede ser de si cometiste o no pecado, de si fue grave o leve, de si lo has confesado ya o no lo has confesado. Pero por si acaso al confesar los otros, arrepiéntete en tu corazón de todos los olvidados o que tú no sepas.

31. Al que calle algún pecado grave por su culpa, en una confesión todas las que después haga no le valen, y está obligado a repetirlas todas y a confesar desde que calló el pecado, confesando también éste y los que entonces tenía.

32. Es una tontería callar pecados por vergüenza. El confesor te tratará con tanto más cariño y bondad cuanto tú tengas en él más confianza, y no le dirás nada nuevo… Nunca calles por vergüenza un pecado, porque tendrás después que sufrir mucho, y al fin lo tendrás que decir, y te costará más cuanto más tardes, y si no lo dices te condenarás.

33. Para que la confesión valga no es necesario, ni haber rezado el Yo pecador, ni el Señor mío Jesucristo, y ni aún haber tenido dolor cuando te confesabas: basta haberlo tenido aunque sea unos días antes, con tal de que después no hayas cometido algún otro pecado nuevo, aun cuando al confesarlo no te vuelvas a acordar. Pero es mejor tener dolor actual al m ismo tiempo de confesarse o recibir la absolución.

Oración

Como en tierra virgen ha brotado en ti nobilísima Señora, la espiga que sustenta a todo el universo y que alimentándolos, es principio de nueva y más alta vida en nosotros. Puesto que Dios ha querido encarnarse en tu seno, Virgen purísima, desdichado de aquel que no te confesara Madre de Dios y no reconociera en ti la causa de levantamiento y regeneración para todos los órdenes. ¡Oh maravilla! El que es sobresubstancial y simplicísimo quiso formarse un cuerpo con la flor de tu sangre purísima, y vimos al inmenso reducido a estrecho lugar, tratando con los hombres y pereciendo como cualquiera raza. En ti fueron rotas y traspasadas todas las leyes; madre fuiste sin dejar de ser virgen; virgen quedaste después del parto, y eres más alta y perfecta madre que las otras madres. ¿Qué tiene, pues de extraño que Jesús, el jardinero del mundo, se prendara de ti, como de rosa coronada de suaves hechizos, como de flor, gala y alegría de los campos? ¡Flor fuiste que al abrirse exhaló tal fragancia, que se derramó por todo el mundo y a los cielos embriagó con sus delicias! ¡Traspasa tú nuestras almas y llénalas con este perfume; ilumínalas con la luz que tu espiritual candelabro despide y ahuyenta las tinieblas que sobre nosotros tiene el pecado amontonadas! Y pues tales gracias a ti debemos cuales no puede expresar la lengua humana, todos nuestros cantares acaben diciendo de ti: Dios te salve, suntuosa morada de la inmortal lumbre; Dios te salve, tú en quien tuvo principio la deificación de todos; Dios te salve, pues borraste la maldición y renovaste del destierro a los desconsolados hijos de Eva (Tomada de la Liturgia de la Iglesia griega).

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Noticias Cristianas

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