San Juan Bosco decía: “Si una persona tenida por veraz fuera a una plaza y dijera a la gente que está allí en ociosa conversación: Id a aquella colina y encontraréis una riquísima mina del oro más puro y podréis juntar sin ningún trabajo cuanto queráis; decidme: ¿habría uno solo que, alzando los hombros, dijera que le importan poco aquellas riquezas? Todos correrían a porfía.
Pues bien, ¿no está en el Sagrario el tesoro más grande que pueda hallarse en el cielo y en la tierra? Por desgracia los hombres ciego no lo conocen, pero es cierto, de fe que hay en Él inmensas riquezas. Los hombres sudan por alcanzar dinero; pues en el Sagrario está el dueño de todo el mundo. Todo lo que le pidáis y os es necesario, Él os lo concederá. ¿Necesitáis salud? ¿Necesitáis memoria, entender las lecciones, hacer bien los deberes? ¿Necesitáis fuerza para soportar las tribulaciones, auxilio para vencer las tentaciones? Está amenazada vuestra familia por una desgracia, preocupada por alguna enfermedad de alguien, necesitada de una gracia especial? ¿De quién depende la pequeña fortuna de vuestra casa? ¿Quién manda al viento, a la lluvia, al granizo, a la tempestad, a las estaciones?¿No es dueño absoluto de todo Nuestro Señor Jesucristo? Id, pues, y pedid y se os concederá. Llamad a la puerta y se os abrirá. Jesús desea dispensaros sus gracias, y en primer lugar las que se refieren al alma.·”
Jaime Solá Grané