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¿Convertidos a la hora de la muerte? (I)

¿Convertidos a la hora de la muerte? (I)

La muerte nos parece siempre como el horizonte que limita nuestra vista, y que se aleja de nosotros a medida que nos adelantamos  hacia él. No viéndola jamás  sino de lo más lejos, nos persuadimos de que  nunca la alcanzaremos. Si al nacer llevásemos escrito en nuestra frente el número de años que hemos de vivir, y el día fatal que vendrá a acabarlos, aquel punto de vista fijo y cierto, por lejano que pudiese ser, aquel momento terrible que no podríamos perder de vista, aquella imagen siempre presente en nuestra mente a pesar nuestro, reprimiría nuestras pasiones, extinguiría nuestros odios, calmaría la rebelión de la carne, vendría a mezclarse en nuestros proyectos,  nos disgustaría de todo, nos haría insípidos los placeres, la fortuna indiferente y el mundo entero sería una carga molesta y pesada- Una vida así determinada a un cierto número de días precisos y conocidos, no sería sino una preparación para aquel último momento.

La muerte vista de lejos pero a un punto seguro y marcado la tendríamos siempre presente; en cambio, esta misma muerte incierta, que puede llegar cada día, a cada instante, cuando menos lo pensemos, y que quizá ya tenemos a la puerta, nos deja tranquilos, con todos los apegos al mundo, al placer y a la fortuna. Vivimos como si nunca tuviéramos que morir.

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Noticias Cristianas

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