Artículo del día

DUDAS DE LA VOCACIÓN: ¿SE EQUIVOCÓ JESÚS AL LLAMARME?

Written by Jaime Solá Grané

¡Ojalá me equivocara! Pero creo firmemente que cuando un seminarista que ha vivido muchos años preparándose para el sacerdocio lo deja, o cuando un sacerdote pide la secularización… creo que Dios no se equivocó al llamarles sino que el pecado ha puesto su estigma en el consagrado o en el que iba camino de serlo. Jesús no erró al escoger a sus doce apóstoles, aun cuando hubiera uno que le traicionara de la manera más horrenda.

El elegido sabe que, como los apóstoles, Dios le ha llamado para ser su colaborador en la gran empresa de la redención y que está destinado a convertir al mundo. EL “Sígueme” a Mateo no cabe duda que es real en todos los casos. Pero este “sígueme” es seguir a un crucificado, en el sentido más amplio de la palabra: sacrificio personal, crucificado al mundo, no vivir para sí sino vivir y morir para su adorable Maestro.

Como dijo Don Bosco a una desgraciada madre que no quería que su hijo fuera sacerdote: el sacerdocio “es el estado más hermoso, más noble que pueda existir en la tierra… Usted, dijo a la madre, desprecia el don más grande que Dios puede hacer a usted y a su familia, como es el de una vocación tan sublime. ¿Es una deshonra ser elegido para el servicio de Dios?” Pues esta elección de Dios que hoy, por desgracia, tanto evitan familias católicas bien aposentadas, también es despreciada por el seminarista o sacerdote que se vuelve atrás y como la mujer de Lot vuelve la mirada para ver el mundo.

 Ahí está el problema: la vocación, la elección divina, no faltó sino que el seminarista o sacerdote fallido es quien falta a ella. Empezando por la tibieza, continuando por la comodidad y falta de celo, termina con la extinción de aquel fuego que ardió cuando respondió a la llamada de Jesús.

El seminarista o sacerdote que lo deja, encontrará muchas razones para justificarse. Razones incluso muy “santas” y elevadas. El demonio no es tan tonto de presentarse como lo que es : un malvado. Se vestirá de santo si es preciso. Tendrá apoyo de terapeutas, psicólogos, incluso moralistas, que apoyarán la desgraciada decisión. La única verdad, aunque el disidente quiera mantenerse en la ceguera, es que no se atreve a seguir la llamada de Jesús y le encantan los devaneos que le ofrece el mundo. Sazonado todo, desgraciadamente, por el orgullo que les insufla el demonio.

Adviento, buen momento para rezar por todas las vocaciones sacerdotales que se tambalean. No basta orar. Las vocaciones en peligro están aconsejadas por aquel demonio que Jesús definió que sólo se vence con oración y SACRIFICIO.

Jaime Solá Grané

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