No al confinamiento forzoso, hecho a regañadientes y con consecuencias muchas veces desastrosas por las familias. Me refiero al retiro como lo practicó Jesús. Después de treinta años de su vida en la oscuridad de Nazaret, destina solo tres años para predicar al mundo la conversión. Y aunque para él ningún peligro representaba ESTAR EN EL MUNDO, quiso retirarse cuarenta días al desierto para enseñarnos el peligro que, para el alma, representa el mundo. ¡Jesús, para quien le era tan fácil concentrarse en las calles de Jerusalén, como en la soledad de Nazaret como en el desierto!, quiere mostrar a sus discípulos que en el mundo tanto uno se aleja de Dios cuanto se aleja de la soledad y del silencio. La mayoría de nuestros pecados no vienen tanto de las tentaciones del demonio como de la satisfacción de las apetencias que el mundo ofrece.
Muchos sacerdotes y seglares harán retiro en esta adviento para emprender o seguir con una vida SANTA a la que estamos estrictamente obligados. “¿Por ventura entre el bullicio de las criaturas y en medio de la agitación de los negocios habla Dios ese lenguaje que penetra y deja al corazón impresión indeleble? Y si hablara, ¿se le vería claramente? En el silencio le hablaré al corazón, dice Oseas. ¿Debo yo aguardar en medio del mundo a recibir esas gracias abundantes, eficaces que cambian a un pecador e imperfecto en santo, cuando para favorecerme Dios me ofrece el gran medio del retiro? (Chaignon)
Jaime Solá Grané