Entro en una farmacia y pido un paracetamol genérico. Rechazo el que me ofrecen.
– ¿Por qué? Pregunta extrañado el dependiente, que me parece es el farmacéutico.
– Mire, este laboratorio fabrica píldoras abortivas, y yo nunca adquiriré, si puedo escoger,una medicina suya.
El farmacéutico e sonríe.
– Es legal.
– Sí. es cierto, pero mire Ud., si algún día decretaran ser legal matar a los farmacéuticos, yo le aseguro que no lo haría. Me opondría con todas mis fuerzas, por muy legal que fuera.
Compro de otra marca y nos despedimos. Me dice:
– Adiós…
– Sí, A Dios. Oiga, perdone mi indiscreción. Debajo del mostrador (de cristal) tiene en primer término, cajas de preservativos. ¿Por qué no los guarda en las estanterías?
– Por comodidad. Me piden tantos que así los tengo a mano.
– Y ¿también a los que se lo compran le dice A Dios?
Salí sin entender como puede despedirse con un A Dios, al que compra instrumentos precisos para pecar contra Dios.
Jaime Solá