Frente a tanta literatura que habla del fin de los tiempos confieso que no me interesa otra cosa que el fin de cada hombre.
He visitado Lourdes, Fátima… por el respaldo que la Iglesia ha dado a estas apariciones y por el contenido de la doctrina tan acorde con el mensaje de Cristo. Pero he rehusado viajar a otros sitios aparicionistas incluso con posibles garantías como Medjugorje.
¿Por qué en vez de promover tantos viajes no se enfervorizan los cristianos en convocar retiros donde se predique sobre la muerte, el juicio de Dios, el infierno, el Cielo, la Providencia de Dios, etc. en base a la ortodoxia católica? No busquemos el maravillosismo.
Es cierto que no podemos reducir la acción de Dios a los medios habituales que Él ha puesto a nuestra disposición, y que puede ser bueno acudir a santuarios donde por beneplácito divino y mejor disposición nuestra correspondamos a su gracia. Pero al cristiano no le hace cambiar de vida ni lo maravilloso ni incluso el milagro. La metanoia proviene de la gracia de Dios, que nunca falta, y de la sencilla y tranquila correspondencia al amor divino mediante la oración diaria, el sacrificio corporal, el cumplimiento del deber y teniendo hambre y sed de hacer el bien.
Busquemos las maravillas de Dios en el silencio.
Jaime Solá