O como decía san Juan Bosco “la muerte no hace antesala”, refiriéndose a las horas de espera que soportaba la gente para ser atendidos por los personajes de la época.
Lo he comprobado con conocidos que en verano decían: “Al regreso de vacaciones, en septiembre, hablaremos de ello”. A los quince días muertos. Y ¡tantos que en pocos días, con la pandemia, han fallecido!
“Velad y orad porque no sabéis el día ni la hora”, dijo Jesús. ¿Alguien piensa en verdad que, en la UCI, con el dolor y la asfixia de la enfermedad, uno puede prepararse bien para comparecer en el juicio divino?
Acabo de recibir una carta de un apóstol, por mi desconocido, en que solicita el librito de la Divina Misericordia editado por Noticias Cristianas hace ya muchos años. Me parece que es la primera vez que cito un texto de un comunicante y me atrevo a pensar que no me lo recriminará. Dice así:
“A muchas personas he regalado vuestro librito de la devoción de la Divina Misericordia y ceo como en ellas Jesús ha obrado el milagro de la conversión. Especialmente se lo he regalado a personas que están próximas a fallecer y esta devoción ha permitido que pidan un sacerdote `para confesarse y recibir los Santos Óleos”.
No retardemos la conversión. Porque la Muerte no pide cita previa. Ponemos a disposición de todos los lectores nuestra voluntad de enviarles gratuitamente el librito de la Divina Misericordia. Basta que nos lo piden por teléfono o e-mail.
Jaime Solá Grané.
