Artículo del día

La buena vida de los comunistas

Written by Jaime Solá Grané

¡Qué pena dan los cristianos que corren tras el dominio y el poder y cuando los alcanzan se muestran contentos como metas conseguidas! Basta mirar, incluso superficialmente la Historia para comprobar que han sido los poderosos quienes se han afanado para destruir al hombre y la fe.

El amor a Dios se muestra con el servicio humilde a los pobres.

He releído el libro de Jorge Semprún «Autobiografía de Federico Sánchez» y, entre otras muchas cosas, llama la atención los derroches en comidas, viajes y lujos que se daban los jefes comunistas y sus adláteres, no solo en la URSS y sus satélites sino incluso en los municipios franceses cuando poseían la alcaldía.

A título de ejemplo solo copio uno de tantos almuerzos: «A las horas del almuerzo y de la cena, nos reuníamos todos en el amplio comedor del vagón-restarán, brillando sus caobas y sus cobres, y los camareros de guante blanco y mirada inexpresiva nos servían incontables platos, empezando por el caviar de! Caspio, los arenques del Báltico, los entremeses de embutidos, las ensaladas picantes y siguiendo por sopas diversas y humeantes, los guisos de pescado y de carne, y terminando por los postres de repostería y los helados, acompañados por incontables copas de vodka, de vino blanco y tinto, de champán rosado del Cáucaso, de coñac de Armenia…». Y para desayuno tenía una camarera para él solo, la cual «destapaba ante mi nariz las fuentes de sopa, de croquetas o de albóndigas, de pescado o de carnes en salsa, para que me embelesara su aroma y me decidiese a hincarles el diente»,

Hay otras descripciones por el estilo que omito pero que harían palidecer de dolor y rabia a los comunistas de verdad si quedaran…

He conocido a algunos de los personajes que Jorge Semprún cita en su libro, y ciertamente vivían como los mejores capitalistas. ¿Cómo viven los comunistas de Podemos?

La doctrina de Cristo es clara: el poder corrompe, el dominio endurece el corazón; solo el servicio unido al sacrificio hace al hombre más amable e indulgente. Para esto, como dice Sta. Teresa de Lisieux lo mejor es vivir ignorados. Algunos cristianos han preferido incluso ser despreciados, pero el desprecio es aún un sentimiento de interés. En cambio, ser ignorado por todos, empezando por la propia jerarquía de la Iglesia, es el don mejor para dar un servicio cristiano.

Jaime Solá Grané

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