Artículo del día

EL REY DE LA POBREZA

Written by Jaime Solá Grané

Porque Jesucristo fue el Rey de la Pobreza pudo profetizar: “Bienaventurados los pobres de espíritu porque ellos poseerán el reino de los Cielos”. ¡A cuántos puede haber justificado eso de “pobres de espíritu” para poseer bienes terrenos en abundancia! Dudo que sean muchos, religiosos incluidos, que sean pobres de verdad. No niego que haya HARTAZGO DE RIQUEZAS por parte de personas nacidas en la abundancia, y que han podido derrochar a placer. Y que, de súbito, encuentren gusto en vivir pobres en la soledad o en un convento. Es más de admirar, a mi criterio, cuando la pobreza viene a causa de la conversión, cambio de prioridades que el hombre asume, por la gracia divina. Una joven americana convertida entró en un convento dominicano. Poco después murió su padre, dejándola doce millones y medio de dólares en herencia (hace muchos años esa suma era una gran fortuna), pero le puso una condición: que había de abandonar el claustro. La joven convertida perdió la herencia. Contestó: “Mi padre del Cielo es infinitamente más rico que mi padre de la Tierra, y el día de mañana me puede compensar de todo eso magníficamente” También admiro a personas de humilde cuna, que han luchado para hacerse ricos en bienes terrenos, pero que, convertidos, se han desprendido de su fortuna. Ya se ve en la conversión de Zaqueo: que los convertidos se liberan del dominio de las riquezas, algo muy difícil como ya experimentó Jesús con el joven rico que no le quiso seguir. Dijo Jesús: “¡Qué difícil es que los ricos entren en el reino de los cielos!”

Me cuesta aceptar la pobreza “de espíritu” cuando observo la comodidad y disfrute con que viven y mueren buena parte de los católicos en todos los estados. Son los que, como el joven rico, han nacido y vivido como cristianos cómodos y felices.

Jesucristo fue rey de la pobreza real. No se necesita gran esfuerzo para comprobarlo en los Evangelios. Los primero apóstoles le imitaron. La Iglesia de Jerusalén tenía que ser socorrida. ¿También hoy? ¿No será que falta amor y sobra riqueza?

Jaime Solá Grané

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