Artículo del día

EL FIN DE LOS TIEMPOS

Written by Jaime Solá Grané

El tiempo empezó a contar desde la primera creación de Dios, fueran los ángeles o el universo. La eternidad en que estaba Dios dejó paso al tiempo; y después de que Jesús venga a juzgar a todos los hombres, el tiempo seguirá su curso, para siempre.

Antes del Juicio Final vendrá la parusía o sea el miedo. Época de grandes sufrimientos. Dice el Profeta Daniel: “Serán tiempos difíciles como no los ha habido antes” (12, 1-3) Y Jesús con su autoridad divina confirmó el vaticinio. Parece que las pruebas y sufrimientos de aquellas horas no serán diferentes en calidad de los actuales aunque mayores, con la finalidad de convertir a los pecadores y de hacer más meritorios los actos de los predestinados. Porque si Dios envía dolor es para convertir. Para castigar Dios tiene todo el tiempo de la eternidad.

En aquellos días, el pecado habrá endurecido tanto los corazones y serán tantos los que vayan por la senda de la reprobación eterna, que Dios en un último intento de su misericordia, buscará en los cataclismos y epidemias el espanto de la humanidad. Quizá así muchos puedan salvarse a causa del espantoso dolor. Porque así como cuanto más dura es una corteza más necesaria es la contundencia del golpe, así Dios golpeará la humanidad para que se rompa y se abra al arrepentimiento. El Evangelio de la parusía no es un anuncio de terror. La misma táctica que aplica ahora el Señor a nivel individual –el dolor de cada día y de cada hombre- entonces será aplicada a nivel general para que, a diferencia de ahora, todos contemplen el dolor de todos. Ahora cada uno se concentra en su sufrimiento y no mira el ajeno.

Los pocos justos que vivan en aquel tiempo mantendrán el amor, porque su fe se verá reafirmada ante la manifestación de la omnipotencia divina. Verán que se cumple lo profetizado. Aumentará su confianza ante la certeza del fin. Aumentará su amor y también el mérito, por los grandes sufrimientos purificadores.

Retorno glorioso de Cristo para hacer justicia. Su primera venida fue en humildad. La segunda será imponente, gloriosa. Su sentencia se contraerá a estar con Dios o contra Dios toda la eternidad.

“La luna ya no dará resplandor”. En el último instante también la Virgen María retirará su función maternal para dejar paso a la función judicial de Jesús. Para cada hombre, hoy aún brilla la Luz de María. Hay esperanza.

Jaime Solá Grané

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