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EUTANASIA, ¿FIN O PRINCIPIO DEL DOLOR?

Written by Jaime Solá Grané

Recuerdo bien que en el año 1998 se promovieron por algunos Medios de Comunicación una campaña pro eutanasia a raíz de la muerte en enero de aquel año de Ramón Sampedro, un tetrapléjico gallego que, para acabar con su vida, le habían suministrado cianuro. Aquel enfermo había deseado la muerte desde hacía 29 años. Había intentado que los jueces le autorizasen la eutanasia, pero perdió la batalla legal y parece que optó por convencer a alguien que le administrara el fatal veneno. Ante su muerte pude observar, por un lado el silencio de todos los que condenamos la eutanasia, el aborto y cualquier otro medio homicida. Y por otro lado, hubo un claro pronunciamiento de los que abierta o tímidamente justificaban la conducta del tetrapléjico. Entre éstos, el famoso Salvador Pániker que llegó a escribir que  a la eutanasia se oponen “los católicos integristas que actúan bajo consigna… Felizmente muchos católicos no pertenecientes a la jerarquía eclesial están de acuerdo con  mi `postura”. Y  ésta es que es lícito quitarse la vida cuando una persona, con plena capacidad mental o a través de un previo testamento vital, decide que  no quiere seguir viviendo porque le ha bajado la calidad de vida. El tema llega a tener un matiz incriminatorio cuando el escritor se pregunta si condenar la eutanasia es amor y respeto a la vida o amor y respeto a la iniquidad.

Hoy aquella siembra del año 1998 va a tener maléfico fruto. El gobierno filo comunista  que gobierna España y en Barcelona esgrime los mismos argumentos del año 1998.  Frente a estos gobernantes de extrema izquierda que nos gobiernan, los católicos y lo son solamente aquellos que siguen el magisterio de la Iglesia Católica,  confesamos lo que afirmaba san Pablo II en la Evangelium vitae: “De acuerdo con el magisterio de mis predecesores y en comunión con los obispos de la Iglesia Católica, confirmo que la eutanasia es una grave violación de la ley de Dios, en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable, de una persona humana. Esta doctrina se fundamenta en la ley natural y en la palabra de Dios escrita; es transmitida por la Tradición de la Iglesia y enseñada por el magisterio ordinario y universal. Semejante práctica  conlleva, según las circunstancias, la malicia propia del suicidio o del homicidio”.

La verdad no puede ser ofuscada por el sentimiento, a pesar de que se conmueva por una enfermedad tan grave como la de aquel tetrapléjico. Lo que tendría que preocuparnos ante casos como el referido es si los católicos, en vez de alinearnos en las sinrazones del sentimiento, nos hemos ocupado en serio de que el enfermo conociera el valor sobrenatural del dolor, la imagen de Cristo crucificado que llevaba sobre sí la trascendencia de su aceptación resignada a la voluntad de Dios. En fin, si hemos sabido evangelizar en vez de ser espectadores de un drama ajeno.

Jaime Solá Grané

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