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EL MOMENTO MÁS PROPICIO PARA OBTENER TODAS LAS GRACIAS

Written by Jaime Solá Grané

Preguntaba san Juan Bosco, “¿cuál es el tiempo más propicio para obtener con seguridad las gracias que pedimos al Señor?” El mismo daba esta respuesta:

-. Es el tiempo de la elevación de la Sagrada Hostia y el Cáliz en la Santa Misa.

Los verdaderos santos intuyen el valor del “momento” de la Consagración. Un seminarista recordaba que Don Bosco les dijo en una plática: “En cierta ocasión  pude pedir a María Santísima  la gracia de tener conmigo en el paraíso varios miles de jóvenes y la Santísima Virgen me lo prometió.  Si vosotros deseáis  también pertenecer a este número, tendré muchísimo gusto en inscribiros, a condición de que, todos los días de vuestra vida, recéis una AVEMARIA, y la recéis posiblemente al oír la santa misa y más aún en el mismo momento de la consagración”. Preocupado el seminarista porque el Santo habló de jóvenes y él ya no lo era, un año después se sinceró a Don Bosco: -. Yo he rezado siempre aquella AVEMARIA, seguiré rezándola…pero…nos habló de millares de jóvenes; yo estoy ya fuera de esta categoría… y por consiguiente temo no pertenecer al número afortunado.

Y Don Bosco con gran seguridad, respondió:

-. Sigue rezando el avemaría y nos encontraremos juntos en el paraíso

San Juan Bosco predicando a sus novicios en 1875 les aconsejaba:

-. Acudid a los sacramentos. Hay que tomar las resoluciones con Jesús en el corazón. Sí, hablad con Jesús, decidle lo que deseáis, o mejor, pedidle fortaleza y perseverancia.

Y dos meses antes de su muerte, a principios de diciembre de 1887, insistía ante el obispo de Lieja sobre la importancia y la eficacia de la comunión frecuente para la enmienda de la vida, sobre todo en los jóvenes y para su orientación hacia la perfección. Exclamó: ¡Ahí está el secreto!.

Poco antes de morir dijo a Carlos Viglietti

-. Toma pluma, tintero y papel y escribe lo que te voy a dictar: “Palabras textuales de la Virgen Inmaculada que se me apareció esta noche y me dijo: “Es del agrado de Dios y de la Bienaventurada  Virgen María que los hijos de San Francisco de Sales vayan a abrir una casa en Lieja, en honor del Santísimo Sacramento; allí empezaron las gloria de Jesús públicamente y, de allí, deberán ellos difundir esas mismas glorias en todas sus casas, en todas sus familias y especialmente, entre los muchos jovencitos que, en las diversas partes del mundo, están o estarán  confiados a sus cuidados”

Para irradiar a Cristo, el apóstol debe tenerlo no solo espiritualmente en su interior por la gracia, sino muy cerca, mediante la presencia de Cristo, en el Sagrario. Porque Jesús se halla a la derecha de Dios Padre y en todos los Sagrarios del mundo.

Don Bosco imbuía a sus salesianos que celebraran pausadamente y con gran devoción la santa misa, precedida siempre de larga preparación y seguida de fervorosa acción de gracias. Por esto, un discípulo suyo, el sacerdote César Chiala, acostumbraba a decir  que la dicha de tener en casa el Santísimo Sacramento era su mayor consuelo.

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Jaime Solá Grané

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