Para dulcificar el Evangelio, algunos exégetas que no creen en el demonio explican que el Señor curaba no a endemoniados sino a enfermos nerviosos, contradiciendo al pie de la letra el texto histórico. Pero los católicos creemos que sanaba a personas endemoniadas. Acto seguido nos preguntamos ¿cómo en un pueblo tan pequeño y religiosos había tantos endemoniados? ¿Cómo hoy en Barcelona, tan poblada y pagana nadie ve ninguno?
Cuando se vive en un pueblo pequeño y religioso la maldad se NOTA MÁS. Y precisamente por eso se quiere salir del endemoniamiento. En la populosa Barcelona la maldad ya no se nota por ser habitual. Sin embargo, el que tiene los ojos abiertos, prestos los oídos y callada la boca, se da cuenta de que es muy fácil encontrar personas poseídas por la maldad, que viven para estafar, mentir, defraudar, violar, abusar…y desgraciado del que vive pegado a la televisión, al Instagram y Cía.
El problema es que nadie se siente enfermo de esta dolencia que se llama “maldad”. Y por ello nadie se siente compelido a pedir la curación.
Ante este panorama, creo que Jesús diría a los cristianos de Barcelona: Sed astutos , sin dejar de ser sencillos. Hoy la prudencia exige alejarse todo lo posible de la maldad del hombre. La vieja fórmula del Kempis.
Jaime Solá Grané