Contemplemos la enseñanza de Cristo, que no dejó sin efecto la trayectoria justiciera de Dios, contenida en el Antiguo Testamento. Es cierto que nos enseñó que es Dios de Misericordia pero lo es para los que, con la gracia divina y libremente, corresponden a su Amor Misericordioso. Durante su vida mortal fueron muchos que le conocieron y no quisieron seguirle e incluso que se le enfrentaron hasta conseguir su muerte, la muerte más cruel e ignominiosa, en la cruz. Desde un apóstol, Judas, a los fariseos, saduceos, escribas, etc… Fue una gran multitud que pidió que su sangre cayera sobre ellos y sus hijos. Y Dios Padre les escuchó. Y se cumplió lo profetizado por Jesús camino del Calvario: “ No lloréis por Mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos.” Unos treinta y cinco años después, Jerusalén fue cruelmente destruida. Lean la versión histórica de Flavio Josefo.
Es considerable el esfuerzo hecho por sacerdotes y laicos para propagar la devoción al Sagrado Corazón, las revelaciones a Santa Faustina, las dulces amonestaciones de las Virgen en Lourdes y en Fátima… Son incontables los libros, folletos, videos, etc… que hablan de la misericordia divina. Pero, el mundo no hace caso y va cada día peor. La Iglesia de Cristo sufre la descomposición interna, es cierto, pero también es asediada por las fuerzas del demonio desde todas las instituciones de los Estados.
No es hora de enfrentarnos con palabras y hechos a la virulencia de los que detentan el Poder en este mundo, instrumentos del demonio. Sin embargo, los que se enfrenten , conseguirán ir a la cárcel, o ser sacrificados, y serán considerados mártires.
Al margen de estos comportamientos heroicos, creo que es la HORA DE CLAMAR CON ABSOLUTA SEGURIDAD de que después de la muerte de cada uno de los perseguidores, sean solapados sean manifiestos, estén encuadrados en la jerarquía de la Iglesia o por el contrario figuren en la jerarquía del mundo, les aguarda NO LA MISERICORDIA DIVINA, sino la terrible JUSTICIA DIVINA, que los condenará a sufrir TODA LA ETERNIDAD. Es la hora de hablar una y otra vez del Infierno eterno que aguarda a los perseguidores: comunistas, socialistas, los que anteponen la nación por encima de todo, los abortistas, los que fomentan actitudes contra natura, los pederastas, los ateos recalcitrantes, los adúlteros, etc, etc… pero muy en especial los clérigos que destruyen la Iglesia desde dentro. Para estos últimos el Infierno será especialmente terrible.
Y ahora, después de leer esto, vosotros los hipócritas que queréis destruir la Iglesia, desde dentro o desde fuera, soltad una gran carcajada, ahora que podéis. No os reiréis el día de la muerte.
Jaime Solá Grané