Artículo del día

QUOUSQUE TANDEM…

Written by Jaime Solá Grané

Hemos mantenido la  Editorial y la Web en silencio durante el confinamiento; no hemos querido participar en las controversias sobre la actuación de los pastores de la Iglesia, unos  a favor poniendo por encima de todo la salud de los fieles y en contra otros  alegando que el bien de las almas está por encima de prudencias humanas. Se ha procedido como si incluso a priori fueran incompatibles el cuidado de la salud pública y la santa misa y los sacramentos.

Transcurridos tres meses y vueltos a la normalidad, quizá podamos ver algo más claro lo que ha pasado. Los obispos, en general, prohibieron la celebración de la santa misa con asistencia de fieles y ordenaron el cierre de los templos.  Prácticamente todos los sacerdotes obedecieron, a excepción de unos pocos  que se las apañaron para celebrar la santa misa con  algunos fieles. Estos sacerdotes fueron considerados rebeldes y desobedientes.

Pero ha sido una gran mayoría de fieles que no ha entendido la actitud de obispos y sacerdotes y se han  sentido abandonados por falta de coraje, o sea por cobardía frente a la autoridad civil. O, por lo menos, por no saber arbitrar medidas que fácilmente hubieran cumplido la misión de  salvaguardar  la salud del cuerpo con la del alma.  A la vez los obispos se han quejado de que no son apreciados por los fieles.

La cosa se agrava cuando un gran teólogo y santo director espiritual  publica, en defensa de los obispos, que  los anticristianos, los malos cristianos modernistas y algunos de los buenos cristianos tradicionales, han formado un frente contra los obispos. Estima que este grupo cae en los  pecados de juicio temerario y calumnia. Pecados mortales.

Es posible pensar que la obediencia, a veces, es muy cómoda. Estos sacerdotes “desobedientes”, han huido de la comodidad de estar tranquilos en sus casas y se han enfrentado, con trabajo e incluso con posibles problemas de conciencia, a una situación conflictiva y que humanamente hablando no les iba a reportar beneficio alguno.  La obediencia exige sumisión y cumplimiento si no se ve claramente que hay pecado en la orden. Es problema de materia aunque sea leve. ¿Podían estimar en conciencia que la orden de cerrar las iglesias y prohibir la asistencia a la santa misa era ofensiva para Dios?

Desde que empezó el confinamiento, ha habido una Institución (de la que no soy miembro), que  abrió el Oratorio todos los días unas horas por mañana y por la tarde  (a excepción del Viernes y Sábado  Santo ) poniendo a disposición de los fieles el sacramento de la confesión, con tres o cuatro sacerdotes disponibles, y el sacramento de la Comunión, cada veinte minutos aprox.,  con el ritual propio de cuando se da sin el Santo Sacrificio. Todo con estricta aplicación .de las cautelas sanitarias impuestas por la Autoridad. Los fieles se han sentido atendidos. Pregunto a los sabios: ¿Ha habido desobediencia a la jerarquía eclesiástica? Yo creo que no. ¿Ha habido celo apostólico para no dejar solas a las almas de los fieles? Yo creo que sí.

Suponiendo que mi opinión fuera correcta, cabe otra pregunta ¿Los obispos y sacerdotes no podrían haber hecho algo igual, y poner a disposición de los fieles los sacramentos de la confesión  y de la comunión? Con las debidas cautelas sanitarias, por supuesto. Y una última pregunta, si hubieran hecho algo así, ¿no se sentirían ahora mucho más apreciados? Es en las grandes ocasiones que la confianza se gana. Y si hubiera habido error en la decisión, ¿tan malo es reconocerlo?

Pero es solo la opinión de un laico.

Jaime Solá Grané

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