El Mundo ridiculiza a los católicos cuando nos ve apocados, temerosos, clericales en exceso, incongruentes con la Fe que decimos profesar. Y, paradójicamente, cuando plantamos cara y no nos dejamos pisar, entonces nos recrimina: “¿Por qué no presentáis la otra mejilla como os enseñó Cristo?”. Cree el Mundo que los católicos hemos de ser siempre “víctimas”.
La doctrina de Cristo es no rendirse al Mundo. Cristo fue un vencedor, un triunfador. No todo acabó en el aparente “fracaso” de la cruz; después, no sólo vino la resurrección sino también la fulgurante expansión en una sociedad dominada por los bajos instintos del paganismo. Pablo siempre plantó cara: desafió a sus perseguidores y cuando tuvo que apelar a su condición de ciudadano romano lo hizo sin dudar.
Hoy, la dictadura de la democracia y más en concreto, “la dictadura del funcionariado” se ha extendido por todas partes. El católico no hace el ridículo ni escandaliza cuando se opone con todas sus fuerzas y saber a estos dioses a que el Mundo presta adoración. Y que detentan el poder temporal. Buena señal cuando los políticos y funcionarios se enfadan y disgustan contra los católicos. Cuando el “enemigo rabia”, signo es que cabalgamos, que no estamos muertos…
El católico no debe dejarse vencer por esta fuerza maligna. Quizá alguna vez pueda parecer que somos vencidos pero, los políticos y funcionarios suelen ganar las primeras batallas, pero luego pierden la guerra estrepitosamente.
Jaime Solà Grané