Son insistentes y diarias las noticias sobre el estado de la Iglesia en temas relativos a la pederastia, homosexualidad, corrupción, laxitud moral… Nuestra web ha permanecido en silencio durante semanas. ¿No tenemos nada que decir?
Los convertidos conocemos, como nadie, las debilidades del hombre, por haberlas experimentado aunque no fuera en los actuales temas. Es quizá la única ventaja que tenemos sobre los siempre fieles. Recordemos que los más queridos por Jesús, los discípulos Juan y Santiago, pedían que bajase fuego del cielo para consumir a los malvados. En eso, nosotros, los situados en la última fila, quizá recién llegados, podemos comprender mejor la respuesta de Jesús. Y callamos. Sabemos que el Señor tiene sus tiempos, que puede que no sean los nuestros.
No es preciso pronunciarnos. Estamos donde el amor de Cristo nos ha colocado. Ante la avalancha de información y confusión, podemos entender que nuestra obligación es seguir el trabajo de cada día. “Trabajo” que incluye en el plan diario desde la oración hasta la aceptación resignada de todas las adversidades.
Entonces, quizá digan: “¿Y ésos?”, referiéndose a los casos de pederastia, homosexualidad, corrupción etc…Doctores tiene la Iglesia y si Cristo permite que eso esté así “¿a ti, qué?. Tú. Sígueme”. Pues, que nada te turbe.
Jaime Solá Grané