El lema popular que ha surgido frente a los criminales atentados de estos últimos días ha sido: NO TENGO MIEDO. Gritos, pancartas e incluso he visto un cartel a la entrada de una importante Basílica de Barcelona, con este referente.
Reconozco que yo sí que tengo miedo, ese instinto tan difícil de vencer ante un mal que parece inminente.
Tengo miedo porque el TERRORISMO es solo un efecto del mal que hay en el mundo, y posiblemente sea un duro castigo de esta misma causa: el mal. Un mal que se reviste muchas veces de formas consagradas por las Instituciones Europeas: aborto, divorcio, familia anti natura, destrucción de embriones… Muchas veces sufrimos las consecuencias de un mal que nosotros mismos hemos creado.
Preocupa que la gente quizá con temeraria inconsciencia, creyéndose fuerte «como masa» y aplaudidos por la autoridad, se lancen a la calle diciendo que no tienen miedo, sin preocuparse de raer la maldad.
Siento manifestar que soy «cobarde». Tengo miedo a los castigos de Dios.
Jaime Solá Grané