Artículo del día

LAS PRIORIDADES

Written by Jaime Solá Grané

Gramsci, que se creía redentor de los pobres, burlándose del Hijo de Dios hecho Hombre, exclamó que dejaría un pobre en la Tierra para que se cumpliese la profecía de Jesús. Pero nada, consiguio el renombrado comunista. Mil millones de perso­nas siguen padeciendo hambre y miseria. Pero lo que más le con­fundiría, si aún viviera, sería comprobar la cantidad de cristianos que, en la práctica, siguen su doctrina: lo importante es el cuerpo del hombre. Moverse y trabajar para hacer obra social. El espíritu -esté o no en pecado- no importa, porque Dios es tan bueno que lo perdona todo si el hombre imita al Redentor en aquello de curar enfermedades, dar de comer,…
«¿No dijo que nos jugaría por las obras de misericordia materiales?», me arguye una voluntaria de Cáritas. ¡pues, ya está todo resuelto!
De esta mentalidad viene la minusvaloración de las devocio­nes, empezando por la Santa Misa. Adorar a Jesús Eucaristía es «perder el tiempo». «Solo rezan el Rosario los beatos y beatas que ya son viejos». Hoy lo importante es ir a la India y preo­cuparse de los cuerpos por encima de todo…
Para estos cristianos «amar a Dios» es respetar a los divorciados que han vuelto a casarse, los actos de «las profesio­nales del sexo», de los invertidos, de los transexuales…  ¡Todas son personas, con la dignidad de hijos de Dios!, exclaman, y en esto tienen toda la razón.
Pero, como Gramsci no resolverán gran cosa, pero ¡cuán satisfechos se quedarán! Son auténticos solidarios. Ellos son cristianos auténticos, no como esos que se pasan horas enteras ante la Custodia o rezando rosarios… Dicen que prefieren una Iglesia manchada antes que una Iglesia pura, en adoración de Dios.
Eso de «las manos callosas y sucias» por el trabajo ya lo decían aquellos sacerdotes obreros de los años cincuenta-sesenta del siglo pasado de los que nadie quiere acordarse. ¿Qué queda? Quizá muchas almas perdidas por falta de direcceión espiritual»
Cristianos que «perdéis el tiempo» adorando a Jesús sacra­mentado, pedid a Jesús que nos mantenga claras las prioridades.

Jaime Solá Grané

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