Muchas veces a más familiaridad menos muestras de respeto. ¿No se podría aplicar, a veces, esto a cristianos que, a diario, asistimos al sacrificio de la Santa Misa y a la adoración al Santísimo Sacramento? Este hábito tan bueno, (ser testigos del Santo Sacrificio, encerrar en nuestro pecho el Cuerpo de Cristo, velar el Santísimo Sacramento, recibir su bendición…) ¡qué peligro tiene de volverse en algo trivial si nos descuidamos!
Estimo que al entrar en la Iglesia debería pensar:
-. voy a estar con la Persona que será mi Juez (pues Cristo es Dios de Justicia); debo, pues, tener el santo terror como delincuente por mis pecados.
-. voy a postrarme ante quien es mi Señor (pues Cristo es Omnipotente y Sabio) pues soy su siervo; debo tener, pues, un santo temor.
-. voy a unirme con mi Padre (pues Cristo es Dios de Bondad) pues soy su hijo, su hermano pequeño; debo ir con amor.
Escribe el Padre F. W. Faber: «No hay señal tan infalible de tibieza en materia de piedad como la de tratar con inatención o negligencia al Santísimo Sacramento y peor si se hace inadvertidamente por efecto del hábito vicioso».
Hoy, Jueves Santo, buen día para revisar cómo es mi trato con Cristo.