Recuerdo bien el comentario de un Cargo municipal:
-. El ayuntamiento somos todos.
Pues No, no es verdad. Son ayuntamiento los políticos y funcionarios que mandan y cobran. Los «otros» somos súbditos. (Por favor, no me hagan reír con aquello de “ciudadanos» tan propio de la Revolución francesa). Tenemos que obedecer y PAGAR.
Pues, ese ayuntamiento -repito los que cobran y mandan- ha sido desde la entrada de la “democracia” uno de los bastiones del anticristianismo. Durante décadas fue gobernado por socialistas que asistían a la misa de la Merced y con esto ya se les disculpaba su anti. ¿Por qué duraron tantos años? Porque así lo quisieron la mayoría de los súbditos barceloneses.
Parece que los católicos queremos engañarnos. La realidad es que el porcentaje de católicos en Barcelona no debe superar el CUATRO POR CIENTO. Contando niños y ancianos quizá lleguemos a 80.000 personas. Es evidente que tan escaso número apenas puede influir en las urnas. Y ahora manda y ordena Doña Ana Colau, de Podemos.
¡Me resulta simpática esta Señora! No hace comedia. No quiere que figure en el Programa Oficial de celebraciones de la Merced nada referente a la Misa. Tampoco quiere asistir a este acto, y espera pacientemente a la salida del Templo para presidir la comitiva que luego se forma.
Algunos católicos, los más importantes de la ciudad, se han enfadado con la Señora Alcaldesa. Léase el artículo del Sr. Miró, exconsejero de un Gobierno Sr. Jordi Pujol, en La Vanguardia del día 3 de octubre pasado.
Desde mi ignorancia pregunto: ¿por qué tiene que asistir a la Santa Misa si la Señora Alcaldesa no es católica? ¿Por qué tiene que anunciarse la Santa Misa en un programa elaborado por el Partido que gobierna y representa a la Ciudad, si es un Partido anticristiano, votado mayoritariamente por los barceloneses? Siempre me han gustado las personas que se manifiestan congruentes con sus convicciones por contrarias que sean a las mías
Jaime Solá Grané