La tesis que los sabios de hoy formulan sobre la existencia -y subsistencia- del catolicismo en España a la vista de la agresividad de los representantes del laicismo vencedores en las elecciones y dominadores de la sociedad, podría expresarse así: “el triunfo del laicismo está asegurado por la debilidad cultural de los católicos españoles que han demostrado no ser inteligentes en el planteamiento del debate con los ateos, la gran mayoría, y por miedo han optado por el ensimismamiento.”
El error básico de esta tesis es creer que los católicos tenemos que “dialogar con el mundo”. Dicen que deberíamos entender que hay mal en el mundo y abrirnos más a esta comprensión.
Ya hace muchos años que se intentó el “aggiornamento” o sea una puesta al día, renovación de la Iglesia para estar cómodos en el seno del mundo moderno. “Más comprensión para las cosas de la vida”, se nos decía. “Debéis promover una Iglesia con rostro humano”, se nos remachaba. “Más interés por los problemas sociales y políticos”, y así una retahíla de veladas acusaciones.
¿Cuál ha sido el resultado de ese “aggiornamento”? Más apostasía teórica y práctica.
Han fallado la teología de la liberación, los diálogos cristianos-marxistas, los ecumenismos con sus cargas de indiferentismo y eclecticismo, e incluso las grandes obras sociales, como Cáritas, han fallado porque se han preocupado más de los cuerpos que de las almas.
No es momento de ensimismamientos sino de vivir la fe con radicalidad, el Evangelio con todas sus páginas. No tenemos que plantear ningún debate con los ateos y compañía. Son hombres que viven para el mundo y mueren por el mundo. No hay pacto, no debe haber diálogo. No queremos el abrazo del mundo.
Jaime Solá Grané