Entrada
María, madre de misericordia, que no desecha, que no sabe desechar al pecador cuando éste llama a sus puertas (Taulero).
Aspersorio empapado en las aguas del Espíritu Santo en manos de Jesucristo (El Sabio Idiota).
María, majestuoso y espléndido ropaje de la humanidad del Verbo (S. Andrés Cretense).
Altísimo mojuelo que nos señala el derecho camino que nos conviene escoger para llegar a la celestial patria (S. Alberto Magno).
Rosa aromática y fecunda como el manzano: su fruto es de suavísimo perfume para todos los siglos. Intercesión que jamás sufre repulsa (S. José el Himnógrafo).
Amable doncella del Señor, que de nuestra tierra fue levantada para esposa de Dios y particionera de su reino (S. Epifanio).
El Rosario es y será siempre una oración de agradecimiento, de amor y de súplica confiada: ¡la oración de la Madre de la Iglesia! (Juan Pablo II).
Como en todas las cosas excelentes, puede haber un peligro que inutilice casi por completo esta magnífica oración… y es la maldita rutina. –Ciertamente la rutina es la polilla de todas las devociones…; a todas, aún a las mejores y más eficaces, echa a perder por completo. –Y esto tiene aplicación mayor al Rosario…, precisamente porque se han de repetir tantas veces las mismas oraciones, en particular el Ave María…, es muy fácil que el demonio haga que las reces mecánicamente…, tan rutinariamente que no te des cuenta de nada… y te distraigas todo el tiempo o casi todo el que empleas en rezar el Rosario… ¿No te ha pasado esto más de una vez?…, si examinas los Rosarios que rezas, ¿no te podrás aplicar todo esto de la rutina y mecánica?…; ¡qué lástima que así sea!…, ¿qué extraño que sean tan pocos los frutos de esta oración en ti si lo rezas de este modo?… (P. Ildefonso Rodríguez Villar).
Meditación
Las puertas del infierno
La deshonestidad, es otra puerta del Infierno, que da ingreso a la mayor parte de los condenados. Dicen algunos: Ese es pecado de poquito. ¿De poquito? Pero es pecado mortal. Dice S. Antonino, que tal es la corrupción que levanta este pecado, que ni los demonios mismos pueden sufrirla: y añade el propio Santo, que cuando se cometen torpezas, hasta el demonio huye por no verlas. De donde suponen los doctores, que ciertos demonios que fueron espíritus de elevada jerarquía, recordando su antigua nobleza, desdéñanse de tentar a los pecadores por este lado. Considerad ahora, qué hediondez no causará a Dios aquella persona, que vuelve siempre como el perro al vómito, y como cerdo se revuelca en el cenegal inmundo de vicio tan maldecido. Dicen aún los deshonestos: Dios tiene misericordia de este pecado, porque sabe que somos hechos de carne. ¿Qué estáis diciendo? ¿Dios tiene compasión de este pecado? Sabed, pues, que, según nos relata la Escritura, los castigos más horribles que Dios ha descargado sobre el mundo, han sido contra este pecado. Por ningún otro pecado se lee, que se arrepintiese Dios, dice S. Jerónimo, de haber hecho al hombre, sino por el pecado de la deshonestidad. Por eso dice Eusebio, que por ningún género de pecado ha enviado el Señor tan rigurosos castigos a la tierra como por éste. Envió una vez fuego del cielo sobre cinco ciudades, e hizo morir abrasados a todos sus moradores, reos de este vicio. Por este mismo pecado, señaladamente, envió Dios el Diluvio universal, que causó la muerte a todos los hombres, exceptuando solamente a ocho personas. Es pecado que Dios castiga, no sólo en la vida futura, sino también en ésta.
¿Tener Dios compasión de este pecado? Cabalmente es el que lleva más crecido número de almas al Infierno. Dice S. Remigio, que la mayor parte de los condenados están en el Infierno por este pecado. Y según el P. Segneri, así como llena de pecadores el mundo, hincha de almas el Infierno. Lo propio había dicho antes de él S. Bernardo. La razón de ello, es que a este vicio propende la natural inclinación de la carne; y por ello dice el Angélico Maestro, que el demonio en ningún otro vicio se complace tanto como en este; puesto que la persona que viene a caer en ese lodazal del Infierno, queda apegada a él, casi impotente para arrancarse de aquel fango. Es vicio que embota la mente, de tal suerte, que el deshonesto queda completamente ciego y casi olvidado de Dios. Conforme con lo que expresa el profeta Oseas. No dedicarán ellos su pensamiento a convertirse a su Dios, porque están dominados del espíritu de fornicación, y desconocieron al Señor (Os 5, 4). El deshonesto desconoce y desobedece a Dios, y a la razón, como dice S. Jerónimo; y sólo subordina su voluntad al fomes de los sentidos, que le lleva a obrar a la manera de los irracionales.
Oración
¡Oh inmaculada Madre de Dios, que vives para siempre en unión con el Príncipe de la vida, que quiso en ti tomar carne mortal y ser hijo tuyo! Intercede constantemente por nosotros; sé nuestro faro en el proceloso mar por que navegamos; salva sobre todo de los lazos y emboscadas del enemigo a la juventud, que es tuya y que tiene en manos con las esperanzas del porvenir los sagrados intereses de tu Hijo en los pueblos. Den valimiento a nuestras súplicas tu inagotable piedad y la necesidad que tenemos de tu amparo, en el cual esperando diremos: A ti sean alabanza y victoria en los eternos resplandores (De la liturgia griega).