Entrada
Madre común de los cristianos, porque habiéndolos engendrado a la vida los sustenta, los robustece y de terrenos los hace celestiales (Pico de la Mirándola).
Animado altar del pan de vida (S. Metodio) –Áureo altar de holocaustos (S. Proclo).
Racimo de vida que apaga la sed del universo, luz de ciegos, libertad de cautivos (S. Buenaventura).
Ayuda nuestra en todo acto de virtud, y por esto se le aplican aquellas palabras: en mi toda esperanza de vida y de virtud (Sto. Tomás).
Deja, Reina de los ángeles, que criatura tan ruin y perversa cual yo soy tome en sus labios palabras angélicas. Confieso cuán grande es mi miseria, y que aun es mayor mi indignidad de saludarte. Mas pecho herido de tu amor no sufre labios callados, y así a despecho de mi indignidad, he de abrirlos para decirte con el ángel: Dios te salve, María. ¡Oh palabra suavísima y enternecedora, palabra que traspasa mi corazón y lo abre a las avenidas de tu amor! Ahora puedo, en verdad, decir: se derritió mi alma así que hubo saludar a su Madre y Señora (S. Buenaventura).
Meditación
UN ACTO DE AMOR A DIOS
Preguntaron a un Santo:
–¿Cuál será, en el cielo, el alma más amada de Dios?
El Santo respondió:
–La que durante su vida haya hecho por sí misma, o haya contribuido a que se hagan, más actos de amor de Dios.
¡Oh tú, a quien en este momento te ocurre la idea de decir a Dios que le amas, únete a todas las almas que generosamente, como tú, aceptan este deseo, y di:
¡Oh Dios mío! os amo con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas, sobre todas las cosas.
Os amo
porque sois la soberana hermosura, infinitamente amable:
Nada tan atractivo como Vos,
Nada tan embelesador como Vos,
Nada que tanto sacie al alma, al espíritu, al corazón, como Vos.
Os amo
porque sois la bondad soberana, infinitamente bueno.
Bueno para llamarme,
Bueno para recibirme,
Bueno para soportarme,
Bueno para escucharme,
Bueno para emplearme en vuestro servicio.
Os amo
porque sois la soberana misericordia, infinitamente misericordioso:
Para tener piedad de mí,
Para buscarme cuando de Vos huyo,
Para perdonarme cuando soy culpable,
Para olvidarlo todo, todo.
Os amo
porque sois la soberana paciencia, infinitamente paciente:
Paciente para esperarme,
Paciente para castigarme,
Paciente para detener el brazo de la muerte.
Os amo
porque sois infinitamente
Padre para cuidarme y curarme,
Padre para protegerme y defenderme
Padre para no permitir que me falte nada.
Padre para preparar mi porvenir.
Os amo
porque sois la soberana amistad, infinitamente amante e infinitamente lleno de ternura:
Que a todas horas me muestra el afecto más abnegado,
Que me rodea de cuidados, de precaución, de vigilancia,
Que aleja de mí todo lo que podría dañarme,
Que multiplica en torno mío cuanto puede agradarme.
Os amo
porque sois la soberana riqueza, infinitamente rico, que posee para el alma, para el corazón, para la inteligencia,
Todo lo que es deseable,
Todo lo que es útil
Todo lo que alivia,
Todo lo que consuela
Todo lo que hace a uno dichoso y santo.
Os amo
porque sois la soberana generosidad, infinitamente generoso:
Que lo da todo, que da a todos, que da siempre,
Que ofrece a todos, deseoso de que todos vayan a pedirle y a tomar,
Que se apena, en alguna manera, cuando no se le pide y se toma de él.
Os amo
porque sois la soberana justicia, infinitamente justo:
Con prudencia, con paz.
Con bondad, con suavidad,
Con constancia, con buen éxito.
Os amo
porque sois el soberano poder, infinitamente poderoso:
Poderoso para defender y proteger,
Poderoso para reparar las injusticias,
Poderoso para impedir el mal,
Poderoso para mudar en bien todo lo que nos apena, nos contraría, nos molesta.
Os amo
Porque sois la soberana santidad y la soberana perfección, infinitamente santo e infinitamente perfecto.
Que ofrece a la inteligencia que os ve y al corazón que os ama, un alimento que siempre los sacia, siempre, sin cansar, que excita el deseo de ser mejor, que procura siempre nuevos goces.
Sí, Dios mío, os amo…
Oración
¡Oh Virgen Santísima María! socorred a los miserables, esforzad a los flacos, consolad a los afligidos, rogad por el pueblo, interceded por el clero, favoreced al linaje devoto de las mujeres; sientan vuestra ayuda todos los que celebran vuestras alabanzas e invocan vuestro patrocinio. Amén. (Ribadeneira).