Algunas veces el mundo se empeña en presentar la religión como algo oscuro, incidiendo nada más que en dolor y el sufrimiento, sin darse cuenta de que este, siendo un misterio, es una ocasión clamorosa y medio de ejercitar el amor y la misericordia. La parábola del buen samaritano no es más que un ejemplo de las múltiples buenas obras corporales y espirituales que podemos realizar.
Debe estar conectado para enviar un comentario.