Meditación del día

… para el mes de Junio

Introito

Mujer bienaventurada y Señora gloriosa, Madre y Virgen, escogida para que alumbrase a Dios sierva suya, la cual desterró la culpa y acarreó su gracia (Anónimo).
Amiga verdadera de Dios, cuya honra celó en todas sus cosas, y a quien devolvía la gloria de sus singulares prerrogativas (El Sabio Idiota).
Rodeada de tal belleza, gloria y majestad, y tan rica y adornada de virtudes y gracias soberanas, que con su resplandor obscurece las de los otros santos, como el sol la claridad de las estrellas (Ribadeneira).
Arca y tabernáculo del Testamento, el propiciatorio del templo, el trono de Dios, la vara florida, la nave ligera, el huerto cerrado, la fuente sellada, la puerta cerrada, paloma sin mancha ni pinta de fealdad (Anónimo).
Más pura que el oro y más preciosa que las piedras preciosas, más suave que el bálsamo y más estimada que las perlas (S. Germán).
Alto ciprés, vid fructuosa, oliva verde, palma cargada de verdes y lindas hojas, terebinto que extiende sus ramas, campo vestido de mieses, y tierra bendita que produce fruto de vida (De la liturgia copta).
Recreo y solaz eficacísimo de tristes (S. Germán).
Incienso suavísimo que alegra a los bienaventurados (B. Amadeo).
Augusta reina que dio paz al mundo, Dios al hombre, fin a los vicios, orden a la vida, y dechado a las costumbres. Ella es la que recibió en sus entrañas al Verbo, concibió al Hijo, y parió a Cristo (De la liturgia copta).

Meditción

EL MAESTRO ESTÁ ALLÍ; TE LLAMA

Tú que dices: ¡No puedo más! ¿Es tan pesado, tan duro mi deber cotidiano; es sobre todo tan inútil?
Escucha el llamamiento de Jesús.
En un rincón del santuario, desde el que tus ojos puedan ver el Tabernáculo, arrodíllate y dile a Jesús: Soy yo, vuestra pobre desalentada.
Permanece allí con la razón más que con el corazón, y hazte entero cargo de lo que es Jesús, de lo que es para todos, de lo que es para ti en tales momentos.

I
Jesús es el poder infinito,
que se presta a todos,
que se convierte en servidor de todos,
que a todos, –a ti en este momento–
hace oír estas palabras: Pide no tengo más que un deseo: dar. Pide; estoy dispuesto a acudir en tu ayuda.
Jesús siempre acoge con bondad.
Dirige en el trabajo impuesto,
Sostiene en los esfuerzos,
Levanta de la postración,
Ahuyenta el temor,
Aconseja en las dudas,
Inspira en la incertidumbre,
Enmienda en el olvido
Convierte en trabajo útil todo el hecho en obsequio de Él, aunque la utilidad no aparezca ante nuestros ojos.

Nadie se levanta de los pies de Jesús sin ser más fuerte, más generoso, más activo, más abnegado. Levántate, luego que hayas dejado penetrar en ti estos pensamientos; ve a donde te llama el deber… y pon manos a la obra. Dios será contigo.
II
Jesús es la misericordia infinita. Ahora bien, la misericordia.
Es la piedad, es el deseo irresistible de ser bueno y bienhechor;
Es la necesidad de consolar, de perdonar de ahuyentar el mal, de aligerar la prueba, de aliviar el dolor;
Es el gozo de causar placer, de poder decir: Hago dichosos.

Dios tiene en sí toda la abnegación, toda la ternura, toda la solicitud que ha depositado en el corazón de la madre y del padre más afectuosos. Por eso ha podido decir un santo que comprendía la fuerza expansiva del amor de Dios: Dios padecería si no pudiera dar su amor.

Acércate, pues a Dios, tú que te crees abandonado; Él multiplicará en ti y en torno tuyo todo lo que pueda hacerte bueno, generoso, abnegado.

Oración

¡Oh Virgen Santísima! No hay largueza que a la tuya pueda compararse, fuera de la de Dios mismo, porque diste al mundo hecho carne al Bien Sumo, al Eterno Verbo, al insondable piélago de riquezas. Si tanto diste, sé ahora piadosa para dar otros bienes que convienen a mi sumo desvalimiento y a la gloria de tu nombre. Cura las llagas de mi alma, endereza los movimientos de mi voluntad, adorna mis pensamientos y abrasa los espacios todos de mi alma. Dios te salve, ¡oh única Madre del que puso salud en todo el linaje! Dios te salve, mano que levantaste al mundo caído, ahuyentadora de pesadumbres, salud de fieles, trono altísimo de Dios. Los profetas, revolviendo en su interior con divina asistencia la profundidad de tu misterio, con elocuencia sublime lo anunciaron a los pueblos, y sus palabras son hoy hechizo de nuestros corazones y pan suavísimo de nuestros ánimos. Y pues eres de los buenos amiga y favorecedora, válganme para granjearme tu favor mis ardorosas ansias de amores, si no según tú mereces, a lo menos según alcance mi flaqueza (S. José el Himnógrafo).

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Jaime Solá Grané

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