Entrada
Apacible morada de Dios, pues aquel que descansó de todas las obras que hizo, y no en ellas, descansó en María (S. Ildefonso).
Reina soberana, en quien todos los enemigos tropezaron y se descalabraron las cabezas (Guerrico ab).
Más preciosa que todas las piedras en quien el valor y virtud de todas se encierra. (S. Metodio).
Anchurosa puerta del cielo; por cuya intercesión hemos de tener entrada en él (Ab. Ruperto).
Real casa de la Sabiduría eterna, edificada con las siete columnas de los siete dones del Espíritu Santo; y con las siete virtudes, fe, esperanza, caridad, prudencia, justicia, fortaleza y templanza. (El Sabio Idiota).
Meditación
Y SERÁN SACIADOS
Los pobres comerán y quedarán saciados; y los que buscan al Señor le contarán alabanzas: sus corazones vivirán por los siglos de los siglos. (Salmo 21, 27).
La pobreza haría que se desvaneciesen todas nuestras mentiras. Solamente ella es espléndida. Es verdadera.
Tengo necesidad de ser sincero. Veo a algunos que para tener ascendiente sobre el prójimo, hacen como que están al corriente de las cosas que ignoran absolutamente, o que saben lo que su pereza nunca les ha permitido aprender; veo a algunos que cifran su esperanza en una política de prestigio y que disimulan su nada bajo fórmulas usurpadas, axiomas convencionales y silencios calculados. Estos tales son falsos ricos, todo su aderezo es una injuria a la sencillez de tu gracia.
No se trata de ser brutal ni de suprimir la cortesía. Únicamente los salvajes creen que la verdad consiste en ser áspero y despreocupado. Cualquier restricción que nos impongamos para ser útiles a los demás, para aligerar su carga o para facilitar su tarea, cualquier pena que aceptemos por cuenta nuestra, es una pretensión de la que abdicamos y un paso más hacia adelante sobre el camino real de la pobreza saciadora. Pero lo que es odioso es ocultarse bajo un interior mentiroso y engañar a los demás acerca de la calidad de lo que se es o de lo que se hace. No quiero pintar a imitación del roble mi virtud de pino; no quiero presentar como prudencia mis tergiversaciones, ni cubrir con capa de sumisión mi pereza. No quiero calificar de buen sentido a mi incapacidad de pensar, ni convertir mis rutinas en tradiciones respetables. No quiero dar a entender que sé desde hace mucho tiempo lo que acaba de enseñarme una información ocasional, ni que he profundizado en problemas que mi espíritu no ha hecho más que desflorar. Mi vida, colocada de lleno sobre la verdad, sería una vida pobre, pero hermosa y santa; y el orín de la polilla no podrían corromper lo que no contendría ya nada falso.
Pero tengo miedo de ser sólo yo, y no teniendo armas para defenderme busco por lo menos un disfraz con que ocultarme. Se necesita mucho valor para ser pobre voluntario y para no añadir accesorios apócrifos a lo esencial, que es lo que debería bastarnos. Desdeñamos todo lo que no es charro y oropel; construimos fachadas complicadas; fijamos en los artesonados de nuestras habitaciones arañas y follajes, y recargamos con adornos extravagantes nuestros muebles y nuestros discursos y nuestra conducta ¿Cuándo vas a venir, Dios mío a restituirnos la inocencia perdida y a aplicar a nuestros ojos el remedio que devolvió la vista al anciano Tobías? Haz que veamos el esplendor de lo que es puro; con esa luz podremos conocer la plenitud de la pobreza.
No permitas, Dios mío, que sea adulador, ni desee la adulación; no permitas que me complazca en lo falso, haz que sienta el gusto imperioso de lo real. Borra, Dios mío, de mí, con un solemne gesto y para siempre, las pequeñas artimañas, las cuquerías, esos modos estudiados y toda esa estrategia infantil, que nosotros tenemos por muy habilidosa. Quiero ser sincero, con esa sinceridad de las cosas, como lo son los lirios de los campos y el gorrión de las calles; tú los propusiste como ejemplo. ¡Qué libertad, Dios mío, no tener que ocuparse ya en urdir mentiras!
Oración
Propio es de ti, Señora, que, siendo tú la Madre de Dios, la Reina, la Señora y juntamente la esclava del Señor, pues Dios quiso también ser Hijo tuyo, no apartes de nosotros tu memoria, habiendo de presentarnos ante el soberano e inexorable juez, que si a nosotros nos infunde pavor es para contigo sobre manera amable, y te otorga cuantas gracias le pides, pues eres llena de gracia y de alegría, habiendo sobrevenido en ti el Espíritu Santo. Por esto aun los más favorecidos en justicia y santidad, claman a ti e invocan tu protección. No nos cierres las puertas de tu pecho, y deja que mane sobre nosotros el mar de gracias que encierra. (S. Atanasio).