Entrada
María es la voz que me llama y me dirige
¿Quieres tener una idea general de la donación que te pido?
Entregarse a María es:
1.ª Hacer todas las obras con María, como las haría ella misma si se hallara en las circunstancias en que nosotros nos hallamos y si tuviera las mismas obligaciones que nosotros.
2.ª Hacer todas las obras en María. Es decir, bajo la influencia de su mirada maternal, que podemos suponer siempre fija en nosotros, como antiguamente, cuando éramos pequeñitos, estaba siempre fija en nosotros la mirada de nuestra madre.
3.º Hacer todas nuestras obras por María, es decir, depositarlas todas entre sus manos una vez acabadas, para que primeramente las purifique, las presente al punto a Jesús y disponga de ellas como guste.
El piadoso Tomás de Kempis desarrolló esta doctrina en estas amables frases
Queriendo después de Dios/deberlo todo a María,/para ir hacia Jesús/he de invocar a María.//Mi guía y mi testimonio/ha de ser siempre María//Queriendo tan solamente/ser agradable a María. Con la salida del sol/murmuraré: ¡oh María!//Con frecuencia escribiré/el dulce nombre «María».//Mi dicha y felicidad/serán para ti, María./ De mis lágrimas no quiero/hablar sino con María./ Cuando amanece el peligro, me acogeré a María.// Por escudo tomaré/el corazón de María.//Mi exclamación amorosa/ha de ser: ¡Viva María!//En la congoja y dolor,/me fijaré en María./Por remedio de mis males/no quiero más que a María,/Ni quiero que me acaricie/más que tu mano, María.//Por la noche latirá/ mi corazón por María./ La muerte me alcanzará/en los brazos de María./En mi tumba escribirán/en honra y prez de María://Cuán dulce y grato es morir/en los brazos de María! Tú que estas palabras lees,/Ama por siempre a María (Mons. Sylvain).
Meditación
AGUA DEL DESIERTO
Habéis llamado a Vos a los sedientos. Sólo podéis atraer a los insatisfechos. Para los otros no sois más que un agua insípida. Beberán de ella tal vez, porque es un rito; pero no sabrán jamás la maravilla total que contiene. Vuestra ausencia es una lección. Por todo lo que no tenemos podemos comprender lo que sois Vos. La sed que se renueva sin cesar os da, a Vos, una frescura eterna. Tengo miedo de estar demasiado satisfecho de Vos, Señor, satisfecho, es decir, calmado, cerrado a todo acceso ulterior, sin apetito, sin necesidad, sin malestar; contento de lo que soy, y no arriesgando nada para el porvenir ilimitado. En el fondo el agua es siempre la misma, es mi sed eternamente renovada la que le da su juventud eterna. Viene cada día con un mensaje inédito, porque mi sed nunca es dos veces la misma. Vos os entendéis, Vos, el Inmutable, en no ser siempre la misma verdad. Cuando he observado toda la ley, hay aún algo en mí que grita:¿qué me falta todavía?, porque más allá de mis obligaciones tengo sed de una generosidad sin limites. Y cuando lo he dado todo, me pregunto todavía si no hay en algún rincón escondido algo que podría aún ofrendar. Bendito seáis por haber guardado en nuestras almas esta sed de lo que falta todavía al don total, y de habernos conservado el malestar de lo que podría ser mejor y se ha quedado en el camino, sin saber bien por qué. A vuestra perfección ilimitada, debe corresponder en nosotros un deseo sin medida; si no nunca llegaremos a ponernos plenamente de acuerdo. Señor, guardad en mí, este perpetuo malestar, la preocupación de no haber realizado hasta el fin mi acto de caridad. Después de todo, nada grande se ha hecho en vuestra obra, sino por aquellos que llevaron, hasta las fronteras inaccesibles, el empuje de su generosidad total. No querían ellos solamente observar consignas y ponerse de acuerdo con leyes. Para ellos la ley era su sed. No se pararon en el camino. No creyeron que os poseían: Vos que sois la pregunta infinita. No creyeron que había medio de encontrar un equilibrio definitivo entre vuestros deseos y sus dones, porque Vos queréis recoger más allá de vuestras siembras, y ofrecéis mucho más de lo que nosotros deseamos. Haced, Señor, que tenga sed; concededme que tenga mucho miedo a los días que se cierran sobre sí mismos, a las virtudes satisfechas y a todo este horror farisaico del contento de sí mismo. Sé que es duro vivir perpetuamente en el dolor de lo mejor que ha de venir: esperar siempre el agua viva, porque mi sed nunca es dos veces la misma, y porque el agua que ayer me la apagó no puede nada contra mi sed de hoy. Quiero seguiros el rastro, como el ciervo altivo que corre al agua de las fuentes; y si muero en el camino, mi deseo será vuestra gloria, y tal vez también mi mérito.
Oración
Ven en nuestro auxilio, y abre sobre nosotros las fuentes de bendiciones que están en ti, nobilísimo asilo de la Trinidad, santo reclinatorio del Verbo del Padre, castísima doncella, virgen de indecible belleza, reina de arrobadora majestad y toda resplandeciente de amor y de piedad, y de gracia; la primera que ofreciste a Dios con mano de angélica limpieza la más exquisita y fragante azucena de pureza. Porque tu vida fue dechado de soberano candor, por eso mereciste que mensajero celeste fuese enviado a conversar y a tratar contigo de inefables misterios. Y ¡oh portento! los cielos vertieron sobre ti un tal rocío que quedaste embargada y toda llena de Dios; la plenitud de la Divinidad bajó de asiento sobre ti, y en base de alianza contigo pactada te dio plenitud de gracia, cohabitación de Dios, y toda suerte de bendición suprema (S. Ildefonso).