Meditación del día

… para el mes de Abril

Introito

María, maravilla la más singular y la más asombrosa de cuantas han existido entre las criaturas (Dionisio Cartujano).
Altar, al cual nadie si no es el sumo sacerdote, Hijo de Dios, ha osado llegarse para ofrecer en él el precio de nuestro rescate (Mauricio de Villaprob.)
Refugio siempre abierto de pecadores (S. Germán).
Instrumento de la común alegría, por quien se trocó en manantial de júbilo la sentencia de nuestra condenación (S.Andrés Cretense).
Arca de Noé que lleva a flote sobre aguas voraces al humano linaje (Bartolomé de Pisa).
Margarita preciosísima y perla singular del humano linaje (Vble. P. Luis de Granada).
Azucena castísima y de exquisita fragancia (S. Alberto Magno).
Reconciliación de almas descarriadas (Juan Hailgrin).
Instrumento de victoria contra el enemigo del humano linaje (Crisipo).
Áncora para los pecadores, porque les previene con su misericordia (Jacobo de Vorágine).

Meditación

Ser bueno

¡Cuánto cuesta ser bueno!
Verdad es que no cuesta serlo una vez, como de paso; no con tal persona, no en tal hora en que nos sentimos contentos, sino constantemente, con todos, para todas las cosas.
Ser siempre bueno, como la flor es siempre perfumada, como la llama está siempre caliente, como la luz ilumina constantemente, ¡cuán costoso y difícil es!
¿Quién de vosotros, al levantarse por la mañana, no se dice: seré bueno; bueno, porque Dios lo quiere; bueno, porque es el único medio de hacer bien a los demás, y hacer bien es mi misión especial; bueno, porque es este el único medio de ser realmente feliz?
Fortalecidos y rejuvenecidos por estos pensamientos, hemos entrado, este día que se abre ante nosotros, como se entra en la avenida llena de flores de un jardín, con la sonrisa en los labios y lleno de gozo el corazón; hemos mirado en torno nuestro, y nos hemos preguntado: ¿Con quién puedo ser bueno?
¡Pobre riachuelo, que sales límpido y apacible de tu manantial, bañando sin ruido las flores de tus riberas, y murmurando jovialmente: Mi curso será suave, el sol rielará en mi superficie, los pececillos jugarán en mis ondas, las flores se reflejarán puras y hermosas en mi cristal!… He aquí que una piedra, impulsada por el pie de un indiferente transeúnte, ha detenido repentinamente tu curso, y te obliga a renunciar a tu calma para dominar ese obstáculo; he aquí que un insecto ha agitado la arena por la cual tan delicadamente te deslizabas, y ha perturbado tu limpidez.
El obstáculo que perturba súbitamente nuestra paz y detiene el ímpetu de nuestro corazón, es una contrariedad con la cual no contábamos y que nos sorprende penosamente; es un aire desdeñoso, ligeramente burlón, o sencillamente algo frío, que creemos advertir en el semblante de un amigo, de un maestro, de un compañero de trabajo; es una dificultad material que no habíamos previsto;… y la palabra amable que creíamos tan fácil de pronunciar, se detiene en nuestros labios, y el servicio que queríamos hacer y que tan fácil y suave nos parecía, llega a ser imposible a nuestros miembros paralizados.
Ya no vemos, ya no podemos; nos hemos puesto taciturnos, respondemos mal, acogemos fríamente, no somos ya buenos.
A empezar de nuevo.
Dichoso el que cada mañana procura empezar nuevamente a ser bueno.
“Preciso es –dice Malebranche- hacerse amar de todo el mundo, a fin de que no haya nadie a quien no podamos ser útiles”.
Ahora bien, para hacerse amar es necesario hacerse amable; mas ¡cuántas personas, por otra parte buenas y amantes, son lentas en hacerse amar y casi nunca lo consiguen!
La razón es que hay algún mal pliegue que se ha colocado en su semblante, en sus modales, en su tono, y este pliegue, apenas visible, repele sin saber por qué.
Un aire frío, por ejemplo, eriza de témpanos de hielo la fisonomía entera, y deja en ella líneas profundas y antipáticas, que nada del mundo es capaz de borrar.
¿Queréis un secreto infalible para atraer a vosotros y engendrar en las almas sentimientos de indulgencia aun para vuestros mismos defectos?
Poseed las tres semivirtudes siguientes, tres semihermosuras, tres semigracias:
Sonriente acogida.
Afectuosa solicitud.
Deseo de ser agradable (no de brillar).
Haced que estas tres semivirtudes os acompañen siempre: en vuestros ademanes, en vuestra actitud, en el tono de vuestra voz, en todos vuestros rasgos.
Adornaos siempre con ellas, y seréis siempre amables; siendo amables, seréis disculpados, perdonados, aceptados; haréis bien.
Y si este deseo de ser amable y de ser amado se alimenta con el deseo de asemejaros a Jesucristo, el más amante de los hombres, Jesucristo se servirá de vosotros para que le conduzcáis a Él las almas.

Oración

Con mano bondadosa, ¡oh muy alta Señora! tendiste sobre nosotros los rayos del Sol indeficiente de justicia, y huyó la noche del pecado, y se disiparon las tormentas, y las obscuras nieblas que la sensualidad y el orgullo habían amontonado en el sereno cielo de nuestras almas hechas a imagen y semejanza divina. Rebosan en nuestro pecho amor y agradecimiento por tal merced recibida, y te alabamos y aclamamos como a nuestra común alegría, como a la salud y victoria de nuestro linaje, como al amparo nuestro segurísimo, como al puente por el cual llegamos hasta nuestro Dios y Señor (S. Sofronio).

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Jaime Solá Grané

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