Meditación del día

… para el mes de Noviembre

Entrada

Manantial de divinidad para los hombres; aura de amor y lumbre refulgentísima de doctrina para la sedienta prole de Adán (Menologio griego).
Ardor de caridad para la salud del humano linaje; por lograrla empleaba todos sus oficios de madre (Arnaldo Carnotense)
Receptáculo de todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia de Dios, de todos los efectos de la gracia, de todos los dones de las virtudes, y de cuantos bienes regala Dios a la creación (S. Ildefonso).
Inextinguible y levantando fuego de Dios (Bernardino de Bustos).
Abogada que en el cielo, como Madre del divino Juez y Señora ella misma de la misericordia, basta que insinúe los negocios de nuestra salvación, para que eficazmente logre su favorable despacho (S. Bernardo.)

Todo lo que hay en María respira bondad y misericordia. Como Madre de bondad, se ha hecho toda para todos, y por su gran caridad se ha puesto a disposición de todos los hombres, sean justos, sean pecadores; a todos abre el seno de su misericordia, a fin de que todos reciban de su plenitud… Todos los bienes, todos los auxilios, todas las gracias que han recibido los hombres y recibirán del Señor hasta el fin del mundo, todos los han recibido y recibirán por medio e intercesión de María… Así como ninguna línea trazada desde el centro del círculo puede salir de él sin pasar antes por la circunferencia, así también del centro de todo que es Jesucristo, no puede venirnos gracia alguna que no pase por María, la cual al recibir al Hijo de Dios en su seno, lo rodeó por todas partes (S. Alfonso M.ª de Ligorio).
A vuestro amparo nos acogemos, pues Santa Madre de Dios; no abandonéis a los desgraciados hijos de Eva. Imploramos vuestro auxilio, oh Conciliadora de nuestra salvación, tan poderosa como elocuente; por la suavidad recibida por los gozos y alegrías de vuestro Hijo Jesús, por la participación en sus indecibles dolores, por la luz esplendorosa que os vino de su gloria, acudimos a Vos con toda nuestra confianza; a pesar de nuestra indignidad y miseria, oídnos propicia, y atendednos con benevolencia (León III).

Meditación

CELO Y LIMOSNA

Después de explicar el Profeta Daniel a Nabucodonosor el significado misterioso del sueño que éste había tenido y de anunciarle los terribles castigos que caerían sobre él, le dio este saludable consejo: Oh Rey, redime todos tus pecados con limosnas y tus iniquidades con caridad abundante; quizá así obtendrás alejar de ti el castigo con que Dios te amenaza.
Yo te doy, cristiano, el mismo consejo. No sólo para pagar por tus pecados sino para contribuir eficazmente a la gloria divina, haz caridad, da la limosna que puedas; si tienes mucho, da mucho, si tienes poco, da poco. Procura socorrer las necesidades corporales del prójimo; pero sobre todo mira de ayudar a las innumerables almas que sin esta limosna se perderán para siempre. Y, de hecho, hay en la Iglesia instituciones santísimas fundadas para promover el bien espiritual de los hombres y que necesitan absolutamente de las limosnas de los fieles para sostenerse y para propagarse y hacer sentir su influencia beneficiosa sobre mayor número de almas. Hay muchas Diócesis, incluso en países católicos, donde no se puede proveer a las parroquias por falta de recursos con que mantener a los futuros sacerdotes. Hay muchos Hospitales,Orfanatos y Asilos, donde se remedian las incontables necesidades corporales de la humanidad, a la vez que se liberan las almas de otra desgracia peor, que es la ignorancia y el pecado. Hay Institutos religiosos de ambos sexos, cuyos individuos están llenos de entusiasmo por la causa de Dios y de las almas, pero que faltos de recursos económicos, no pueden expandirse ni expansionar sus energías como ellos desean y exige la extrema necesidad de las almas. Hay una Prensa católica que es necesario favorecer para poder plantar cara y desafiar este aparato de guerra, inventado contra Dios, que se llama prensa impía.
Hay fuera de Europa, innumerables pueblos, provincias enteras, cuyos habitantes se encuentran prácticamente privados del alimento espiritual, porque la escasez de recursos o su absoluta carencia, hace que no puedan soportar los inmensos gastos que ocasiona la formación y el sostenimiento de cristiandades en países tan extensos.
Cuántas veces aquellos Misioneros por falta de un puñado de monedas tienen que pasar la inmensa pena de ver cómo se pierden las almas de tantos seres desgraciados. «Yo supongo, escribe un misionero, que en España todo el mundo sabe que existen en China la horrible y bárbara costumbre de ahogar o tirar a la calle muchas niñas que justo acaban de nacer. Pero seguramente no saben lo fácil que nos sería a los misioneros salvar miles de estas criaturas, si pudiésemos disponer de recursos. No saben que muchas veces tenemos que pasar por la terrible angustia de rechazar a las mimas chicas que nos traen a casa. ¡Es necesario el concurso de personas caritativas!
¡Y pensar que los cristianos, que los católicos, que los que se llaman hijos obedientes de la Iglesia malversan tantísimo dinero en cosas inútiles, en diversiones y convites, en humo, si es que ya no se dedican a ofender a Dios! ¡Pensar que sacrificando un poco de estos gustos, además de ganar su cuerpo y su alma, podrían rescatar tantas vidas y salvar tantas almas! Es tanto más sensible este descuido de los hijos de la luz, cuanto vemos que los hijos de las tinieblas trabajan con tanto ardor para conseguir las vanidades que cavilan.

Oración

Oh Virgen para siempre bendita, la más cercana a Dios humanado de cuantas hay en el cielo y en la tierra! En Vos tienen que mirar los niños, los mozos y los viejos; en Vos los que se casan y no se casan, los mayores y los menores; ni hay virtud que Vos no enseñéis, ni trabajo en que Vos no los consoléis y esforcéis, porque fuisteis Vos la más santa de las santas, y la más trabajadora de todas. Vos sois puesta para medio de nuestro remedio delante del acatamiento de Dios; en vuestras manos, Señora, ponemos nuestras heridas para que las curéis, pues sois enfermera del hospital de la misericordia de Dios donde los llagados se curan. Y aunque tenemos gran confusión y vergüenza de presentar delante de tanta limpieza la hediondez de nuestras abominables llagas, creemos que os dotó Dios de tanta misericordia, que vuestra limpieza y pureza no se desdeña ni alcanza de sí a los pecadores llagados, mas que cuanto es mayor su necesidad, tanto más vuestra misericordia os mueve a su remedio, conformándoos con vuestro Hijo bendito, que no vino a llamar justos, sino a pecadores a penitencia (S. Juan de Ávila).

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Jaime Solá Grané

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