Entrada
Muy justo es llamarte bienaventurada Señora, siempre feliz, y en todos tiempos, y en todas ocasiones sin un átomo de reprensión (Francisco de Rojas).
Amparo de la fe. Alégrate, Virgen María, que tú sola has desterrado todas las herejías en el universo mundo (Breviario Romano).
Real sala de la beatísima Trinidad y Madre suma de piedad (S. Alberto Magno).
Insondable misterio de la gracia. Mucha gracia es en un santo cuando es en él principio para salud de muchos; pero si en alguien fuese con tal plenitud, que bastara para la salud de muchos, ésta fuera la mayor posible; y de esta suerte estuvo en Cristo y en María Santísima (Sto. Tomás).
Atractivo y belleze de los corazones, porque es la criatura que más belleza ha tenido en enseñorearse de los corazones de los hombres (Fr. Jerónimo de Florencia).
Si, reunida la comunidad de todos los apóstoles, mártires, confesores y vírgenes, se consagrara, exclusivamente y hasta el día del juicio final a desagraviar a Dios por la Pasión de su Hijo Sacratísimo (y, en rigor, a esto se reduce en definitiva el ministerio de la Iglesia), toda aquella santidad junta no produciría una suma de desagravio, ni tan intensa, ni tan completa, ni tan eficaz como la que por su Compasión logró María, pues que no podía la ofrenda de todos ellos igualarse a la de Nuestra Señora, ni por la prontitud de aquel homenaje a la ultrajada majestad de Dios, ni, sobre todo, por la circunstancia de haberle tributado al par del agravio mismo, y en un modo coextensivo, digámoslo así, con el exceso del ultraje.
En suma, la Compasión de María fue el más digno desagravio que ofrecerse pudo a Jesucristo en cuanto Dios ( P. Faber).
Meditación
LA DONACIÓN DE DIOS
La voluntad de Dios se manifiesta al alma a cada momento bajo la forma de un deber que cumplir, de un mal que evitar, de una cruz que llevar, y el alma responde a cada instante del día con un acto de aceptación, con la amorosa entrega de sí misma a Dios.
En este solo acto se encuentran y abrazan el Criador y la criatura; el alma se entrega por completo a Dios, y Dios se entrega, a su vez, sin reserva. Cada suceso provoca en el alma la renovación de este acto, cada insignificante sufrimiento lo exprime del corazón como óleo precioso y cada vez responde Dios con más amor y largueza. ¡Flujo y reflujo incesantes llenan la fuente de amor haciéndola finalmente desbordarse!
¡Alma mía!, desbórdate de tu cerco natural y vacíate en Dios, que este Océano sin fondo ni riberas quiere a su vez desbordarse en ti y salir de Sí para colmarte. las tres augustas Personas quieren fijar en ti su morada y tener en ti su Consejo de amor.
Una sola de tus miradas cautivó el corazón de Dios y le forzó a bajar hacia ti. Balbuciste un humilde acto de amor y he aquí que el cielo entero está en movimiento hacia ti, he aquí que Dios mismo ya no se da vagar hasta no habérsete dado. Podría esperar a la eternidad para colmarte, pero su amor no conoce esperas, pues se siente forzado a entregarse todo a ti.
¡Oh Dios mío!, al ver tal diligencia, diríase que estáis necesitado de mi amor; diríase que sin vuestra criatura os sentís solo y aislado en el seno de vuestra infinita felicidad. Gozáis al sentir mi corazón latiendo cabe el vuestro, al posar en mis ojos vuestra mirada divina, al sentiros estrechado en mis brazos y al oír que os digo: ¡Padre mío! ¡Vuestro Corazón quiere amar y sentirse amado hasta lo infinito!
¡Alma mía, déjate amar de tu Dios, déjate colmar por Él! Que tu vida se pase en el seno de Dios. Las tres Personas están siempre en ti y ocupadas de ti; date a ellas y entrégate a su voluntad y a su amor.
El Padre me crió y me sostiene; el Hijo me rescató y me purifica; el Espíritu Santo me guía y me santifica. El Padre me lleva su Poder; el Hijo me ilumina con su Sabiduría y el Espíritu Santo me enriquece con su Bondad.
¡Oh Padre! ¡Oh Hijo! ¡Oh Espíritu Santo! Trinidad feliz, fuente de vida, de verdad y de amor, reina en mí! A vuestro contacto mi nada se estremece de vida y bienestar, mis tinieblas se iluminan y mi corazón helado caliéntase y se dilata.
Aun cuando vuelva la soledad, ya no volveré a temer, porque estoy en compañía del más tierno de los Padres, del Hermano más amante, del más sacrificado Esposo, y con ellos tengo compañía por toda una eternidad.
Aun cuando venga la tristeza y la nostalgia del cielo a invadir mi alma, ya no la temeré, porque tengo en mí la fuente de la felicidad, tengo el cielo en mí. ¿qué tengo que envidiar a los ángeles y a los santos? Yo puedo amar a Dios, amarle sin fin ni tregua; y amarle ¿no constituye el cielo?
Oración
Un ser, María con muy apropiado misterio dice el Espíritu Santo, poniendo los ojos en vuestro apresurado caminar por los senderos de la virtud: Es mi hermosa como blanca paloma entre rosas y entre las azucenas del valle. Vuestra gracia y belleza relucen por todas partes en Vos, la descubren vuestras manos, vuestro talle, y sobre todo el sol de vuestro rostro; el alma la tenéis como blancura sobre inocencia, y como claridad añadida a claridad; y sois como nobilísima Señora a quien sirven y hacen cortejo ángeles y apóstoles, confesores y vírgenes, porque no hay en el cielo quién no suspire por una sonrisa de vuestros labios (S. Ildefonso).