Una de las verdades de fe, incluso una experiencia que se sabe han tenido personas que han estado al borde la muerte, es que al final de nuestra vida la veremos pasar como una película acelerada, sin excusas ni justificaciones. Tendremos que afrontar la verdad de lo que hemos hecho en favor del bien o del mal. Meditar en ello supone una consideración que ayuda a crecer espiritualmente.
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